Localizó cartas de un antiguo colaborador del dictador con funciones diplomáticas en La Habana, quien sirvió de intermediario para el asesinato del antitrujillista "Pipí" Hernández, realizado por el cubano Rafael Soler Puig (El muerto).
Ese criminal, que ya había matado al líder portuario cubano Aracelio Iglesias, por encargo, trabajó para Trujillo en la muerte de Hernández y quizás en la desaparición del dirigente azucarero dominicano Mauricio Báez.
Acosta, quien fuera director de la Biblioteca Nacional de Cuba, contó al diario, entusiasmado sobre sus hallazgos en lo que considera un "yacimiento de información" con vínculos en su país que no sospechaba pudieran existir.
Invitado el año pasado por la Academia Dominicana de la Historia, a ofrecer un curso sobre "Imperialismo del Siglo XXI: Las guerras culturales", el escritor cubano quedó impresionado con los documentos que vio en el Archivo General de la Nación."Vi la enorme riqueza documental para la historia de ambos países y fue como si hubiera encontrado una mina", declaró al diario. Asimismo, en Cuba, la búsqueda lo llevó al Instituto de Historia, a los documentos del ejército del dictador Fulgencio Batista (1952-1958) y otros organismos represores como la policía secreta, el Servicio de Inteligencia Militar, el Buró Represivo de Actividades Comunistas, en los cuales hizo descubrimientos reveladores.
Acosta localizó cartas de un infiltrado entre los expedicionarios dominicanos que llegaron a su país en junio de 1959, en las cuales informaba a Trujillo por dónde y cuándo entrarían, cuántos hombres participaban, con cuáles pertrechos y qué elementos del ejército actuaban en connivencia con los patriotas.
El investigador dijo que dejará constancia de cuanto encuentre en los archivos de "La telaraña cubana de Trujillo", que es como titulará la obra que acomete con pasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario