Alberto Híjar Serrano
México D.F.
El 26 de julio de 1953, un grupo de revolucionarios organizados con estricto clandestinaje atacaron el Cuartel Moncada del ejército de la dictadura en Cuba a la par que las brigadas urbanas desarrollaban actos de agitación y propaganda. El ataque al Cuartel Moncada resultó un desastre y unos cuantos sobrevivientes refugiados en las montañas cercanas ayudados por los campesinos y los compañeros urbanos, lograron reagruparse, investigar y valorar lo ocurrido para sustentar una consigna principal: convertir el revés en victoria. Para esta evaluación, es fundamental el alegato de defensa del Comandante en Jefe Fidel Castro titulado con la ultima frase del escrito reproducido por las brigadas de agitación y propaganda: “La historia me absolverá”. Construido con la denuncia del asesinato de los combatientes capturados vivos y con una información precisa de la miseria social en Cuba, el escrito contradice la campaña insultante de la dictadura a la que responde con la frase final de “condenadme, no importa, la historia me absolverá”. La dictadura afectada por la denuncia de la sevicia propia de la soldadesca enfurecida, mantuvo en prisión a los sobrevivientes en la apartada Isla de Pinos de donde salieron rumbo al exilio en México. Los dirigentes Fidel Castro y Abel Santamaría a quien arrancaron los ojos, eran ya famosos por su denuncia jurídica y las movilizaciones estudiantiles constantes, por lo que su prisión y la masacre del Moncada, contribuyeron a la construcción del sujeto histórico revolucionario en el año del Centenario de José Martí. En México, organizaron el Movimiento 26 de julio y luego de librar una captura, partieron desde Tuxpan amontonados más de 80 en el yate comprado y arreglado por Antonio del Conde mejor conocido por su seudónimo perfecto de El Cuate que podía ser el de cualquier mexicano urbano. Por lo visto, nada tuvo el asalto al Moncada de aventura heroica sino fue el resultado del agotamiento de las vías legales. La retaguardia estratégica tuvo en Frank Pais un dirigente ejemplar.
Triunfaron en 1959 y lograron contener el oportunismo y el caudillismo con una huelga general que probó el poder revolucionario. La línea de masas camina desde entonces como poder representativo directo y con el pueblo armado y organizado para responder agresiones tan graves como la de Playa Girón en 1961 cuando los servicios de inteligencia yanquis y la contrarrevolución interna creyeron que el pueblo apoyaría la invasión. Ocurrió lo contrario. La expulsión de la OEA y el bloqueo económico ordenado por el Estado yanqui promotor de sabotajes y atentados, han sido respondidos con un régimen de austeridad que resuelve los servicios básicos de salud, educación y esparcimiento y mantiene el internacionalismo con equipos de médicos especialmente formados y de alfabetizadores y educadores herederos de la campaña luego del triunfo que asombró al mundo. Reconocer a los héroes y a los mártires como Conrado Benítez, el joven alfabetizador asesinado por la contra, se integra a los homenajes a Camilo Cienfuegos y al Che, a Mella y por supuesto a Martí el fundador para hacer de la memoria histórica un recurso de reproducción revolucionaria. El internacionalismo de las brigadas cubanas para auxiliar comunidades muy pobres y situaciones de desastre, adquirieron dimensión militar en Angola y prueban la generosidad del pueblo cubano pese a sus carencias sociales.
El trabajo intelectual es intenso y sin parangón por su recepción boicoteada todo el tiempo por la propaganda adversa que llega por vías electrónicas. De aquí la pertinencia de ocuparse de dos ejemplos cubanos: el de los autores de La fruta que no cayó. La intervención de Estados Unidos en Cuba, Ángel Jiménez González, doctor en Ciencias Militares y activo historiador galardonado y René González Barrios, teniente coronel y presidente del Instituto de Historia de Cuba, autor de libros sobre relaciones revolucionarias entre Cuba, México y Venezuela, investigadas a la par de cumplir misiones diplomáticas luego de participar en la campaña de Angola.
La fruta que no cayó es un libro de 182 páginas de papel fino para permitir la exacta impresión de ilustraciones a color en cada página diseñada con maestría. El título es parte de una arrogante declaración del presidente yanqui John Quincy Adams en 1823, antes de ser presidente, donde abusa y viola las leyes de gravedad para sustentar las de “gravitación política” comparando a Cuba con la fruta madura a punto de caer del árbol. El libro da cuenta de la rica iconografía libertaria generada por las guerras de independencia, las infamias españolas y yanquis y sus consecuencias. Escrito con una impecable prosa sencilla y clara, el libro narra situaciones terribles de la invasión yanqui como la explosión del buque Maine en 1898 para justificar la invasión. La situación de Guantánamo es explicada desde la ocupación yanqui a pesar de la independencia de Cuba para dar lugar a la explotación extrema de trabajadores del carbón ahora en desuso y con la infame utilización de la base militar yanqui como prisión de acusados de terrorismo fuera de todo derecho. La base forma parte del control militar yanqui del caribe y Centroamérica. Un Maine detenido en el tiempo. La base naval de Estados Unidos en la bahía de Guantánamo es el título de una precisa investigación de René González publicada en 2013 también por la editorial Verde Olivo como prueba del sustento revolucionario histórico de las Fuerzas Armadas de Cuba. Su editorial tiene la colección Memorial de la Denuncia que incluye al primer libro reseñado en esta paupérrima nota.
Enrique Ubieta asume la misión necesaria de enfrentar la campaña permanente contra la Revolución Cubana en las redes sociales, publicaciones con financiamiento imperialista y trasmisiones por televisión. En 2012, Ubieta publicó Cuba: ¿revolución o reforma? a propósito de las reformas económico-políticas. Dirige el periódico mensual La calle del medio para dar de qué hablar a los lectores comunes por lo que lo mismo entrevista a Residente de Calle 13 que se ocupa de la pelota, como llaman los cubanos al béisbol, que hace reportajes sobre los problemas de actualidad. Destaca como testimonio polémico el libro colectivo al que titula Vivir y pensar en Cuba. Dieciséis ensayistas cubanos nacidos con la revolución reflexionan sobre el destino de su país que en 2002 respondió al coordinado por Iván de la Nuez titulado Cuba y el día después. Doce ensayistas nacidos con la Revolución imaginan el futuro. Dos autores participan en los dos libros. Ubieta argumenta ampliamente la evidencia de que el retiro de Fidel de sus responsabilidades estatales no significa el fin de la revolución cubana. Filosofo graduado en Kiev, Ucrania, Ubieta se vale de la dialéctica marxista para descubrir la ultima instancia y las articulaciones de los contrarrevolucionarios. En su libro más reciente de 470 páginas, Ser, parecer, tener. Debates en y por la Isla desconocida, Ubieta reseña el escándalo que provocó en la presentación de la revista Letras Libres (sic) dedicada a “futuros de Cuba”. En la feria de Guadalajara de 2002, la presentación de Roger Bartra, Christopher Domínguez y Rafael Rojas de origen cubano y enemigo de la revolución, fue guiada por el moderador Trujillo hacia “la carencia de libertades” en Cuba. Fue impedida la entrada a los jóvenes que manifestaban su repudio y al final 30 manos en alto pidiendo la palabra fueron ignoradas, Ubieta intervino y ante el gesto de Bartra de retirarse le pidió que escuchara con el mismo respeto que él había probado en su intervención. La feria fue exitosa para Cuba con la presencia de Cintio Vitier, Alicia Alonso, Leo Brower, Silvio Rodríguez y Roberto González Retamar. Este evento nos atañe a los mexicanos pero con resultados semejantes, Ubieta ha participado en mesas redondas en Miami, en España y ha debatido en programas de televisión ante la flaquísima caballada de la intelectualidad contrarrevolucionaria.
En razón de toda esta grandiosa aportación a la dignidad justiciera acosada, basten los casos reseñados en homenaje a aquel revés convertido en victoria en beneficio de la humanidad entera. Un bello gran cartel cubano de los setenta con copia en la colección del Centro Cultural Nuestra América de Mérida, en su base dice revés y la V se desprende proyectada hacia arriba como certeza histórica y social con alcances internacionalistas.
21 julio 2014
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