Londres, 28 jul (EFE).-
El guiño de Danny Boyle al Estado del bienestar y la sanidad pública en la
ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos generó hoy debate político en
el Reino Unido, donde algunos conservadores la juzgaron demasiado izquierdista.
El espectáculo diseñado por Boyle,
director de películas como la transgresora "Trainspotting" y
"Slumdog millionaire", sobre pobreza en la India, escenificado
anoche, quiso encapsular lo mejor de este país, desde la Revolución Industrial
hasta la música pop.
Uno de los momentos más emotivos
-destinado sobre todo al consumo interno- fue la celebración del Servicio
nacional de salud (NHS, por sus siglas en inglés), creado tras la II Guerra
Mundial y ahora amenazado por los recortes impuestos por el Gobierno
conservador.
En un montaje musical en el que
participaron verdaderas enfermeras y pacientes del hospital infantil Great
Ormond Street, y que culminó con la formación iluminada de las iniciales
"NHS", Boyle celebró ante los ojos del mundo lo que para muchos
británicos es uno de los mayores logros de su historia.
El alcalde de Londres, Boris
Johnson, negó hoy que la ceremonia, calificada en Twitter por algunos diputados
"tories" como "un anuncio de propaganda del Partido
Laborista", hubiera sido demasiado "izquierdista", y aseguró que
reflejó la cultura nacional.
Varios políticos conservadores
-incluido el primer ministro, David Cameron, a través de un portavoz- se
distanciaron también de los comentarios hechos en Twitter por el diputado Aidan
Burley, que anoche se quejó de "tanta basura multicultural
izquierdista" y pidió un regreso a las acrobacias aéreas militares "y
a Shakespeare".
"No estamos de acuerdo con
él", se apresuró a decir el portavoz de Cameron, mientras que el diputado
"tory" por el barrio londinense de Croydon, Gavin Barwell, afirmó que
"Londres se enorgullece de ser multicultural".
Por la ceremonia inaugural, en la
que participaron 15.000 voluntarios de todas las razas y que tuvo un coste de
27 millones de libras (34 millones de euros), desfilaron los Chartistas del
siglo XIX -el primer movimiento obrero del mundo, que pidió el sufragio
universal- y los trabajadores explotados de la Revolución Industrial.
En los vídeos de acompañamiento, se
hizo rápida referencia a "Kes", la revolucionaria película dirigida
en 1969 por Ken Loach sobre la marginación de los pobres en el sistema
educativo, y se mostró el primer beso lésbico en televisión.
Un coro de niños sordos cantó a
capella y pudo verse bailar música disco a personas en sillas de ruedas.
Junto a figuras del
"establishment" musical, como "Sir" Paul McCartney -que
cerró el espectáculo con "Hey Jude" de los Beatles-, pudo escucharse
la rebelde música "punk" de "The Clash" y los "Sex Pistols",
aunque obviamente Boyle no se atrevió con el himno antimonárquico "God
Save the Queen".
El momento que, por su sentido del
humor y celebración del estilo "British", más unió a la audiencia y
gustó a la prensa -sobre todo a la sensacionalista- fue el gag en el que la
reina Isabel II recibe a James Bond en el palacio de Buckingham.
El espía, interpretado por Daniel
Craig, y la soberana, que posteriormente declaró inaugurados los Juegos,
supuestamente se desplazaron en helicóptero hasta el estadio olímpico y de ahí
"se tiraron" en paracaídas.
La Reina, que hoy volvió a pasearse
por el Parque Olímpico en el este de Londres, estuvo "encantada de que se
contara con ella para un evento tan especial", dijo hoy un portavoz del
palacio de Buckingham.
Excéntrica, alocada, muy británica
y algo confusa -posiblemente más para los espectadores extranjeros- es como ha
descrito la prensa local un espectáculo que atrajo una audiencia de 26,9
millones de personas en la BBC1.
Gustara más o menos, lo cierto es
que la ceremonia propuesta por Boyle ha dado que hablar.
Judith Mora
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