sábado, 1 de junio de 2013

El gran aporte chileno a la independencia de Cuba

El intelectual chileno Benjamín Vicuña Mackenna
Elier Ramírez Cañedo
Aun hoy continúa siendo poco conocido en nuestro país que el pueblo chileno brindó un apoyo extraordinario a las luchas independentistas de Cuba contra el colonialismo español, en la segunda mitad del siglo XIX. Esta interesante historia puede encontrarse en el libro Chile en la independencia de Cuba (Editorial Verde Olivo, 2007), del teniente coronel René González Barrios. 
Resulta que Benjamín Vicuña Mackenna, renombrado intelectual chileno, fue una de las figuras más destacadas en el apoyo a la causa libertaria de Cuba. Antes de que ocurriera el alzamiento del 10 de octubre de 1868 en el oriente cubano, Mackenna fue enviado por el gobierno chileno a Nueva York en misión especial, para en conexión con emigrados cubanos, emprender una expedición que llevara la independencia a la isla caribeña.
Mackenna era un fiel continuador de las ideas integracionistas de Simón Bolívar. Estas se convirtieron en su acicate fundamental al fundar en 1862 la Sociedad de la Unión Americana, con el propósito de fomentar una confederación continental muy parecida a la que había concebido El Libertador. Al respecto señalaba Mackenna: “La completa realización de nuestro ideal es una gran nacionalidad americana, puesto que aspiramos a que se forme de todas las repúblicas una gran confederación y de todas las patrias diferentes, una sola, la patria americana”.
También con la intención de estimular la independencia de Cuba y Puerto Rico, Mackenna creó el periódico La Voz de la América y llegó a contactar con el ya anciano José Antonio Páez, quien siempre estuvo deseoso de liberar a Cuba, pero el gobierno chileno terminó cancelando su misión en 1866. A pesar de sufrir tal decepción, Mackenna continuó laborando por la causa cubana hasta su muerte, ocurrida el 25 de enero de 1886.
Precisamente en reconocimiento al auxilio chileno a la causa independentista de la Mayor de las Antillas, la bandera utilizada por Carlos Manuel de Céspedes al alzarse en armas el 10 de octubre de 1868, era prácticamente igual a la bandera chilena. Solo se invertían los colores azul y rojo. Con esa bandera se libraron los primeros combates y en su defensa murieron los primeros mambises, hasta que en 1869, al celebrarse la asamblea de Guáimaro se decidió utilizar la bandera que había enarbolado el general venezolano Narcizo López el 19 de mayo de 1850 como enseña nacional, dejando la de Céspedes para que presidiera las reuniones de la Cámara de Representantes.
Durante la Guerra de los Diez Años Chile fue la segunda nación después de México en reconocer la beligerancia de las armas cubanas. Asimismo, en 1873, Chile copatrocinó un plan continental por la independencia de Cuba, que fue presentado al congreso de Colombia. Consistía en armar 20 000 hombres de Venezuela y Colombia y embarcarlos en buques de las armadas de Perú y Chile, para lanzarlos sobre Cuba en apoyo a los insurrectos cubanos. Desgraciadamente el proyecto no fue aprobado en el congreso colombiano por un voto. No obstante, durante esos años muchos chilenos continuaron enviando cargamentos de armas a la manigua cubana.
Durante la Guerra Necesaria organizada por José Martí y que arrancó el 24 de febrero de 1895, fueron muchos los chilenos que se unieron a las fuerzas mambisas cubanas. Dentro de las figuras chilenas más descollantes en esa etapa estuvieron: el general de brigada Pedro Vargas Sotomayor, el teniente coronel Arturo Lara y el capitán Carlos Dublé.  Asimismo, Chile fue el país desde donde se recibieron más contribuciones voluntarias para la Revolución Cubana, solo superado por los clubes cubanos en los Estados Unidos.
Pedro Vargas Sotomayor se incorporó a la manigua cubana en 1895 y se destacó en numerosos combates bajo las órdenes de Antonio Maceo. Participó en la invasión a Occidente. Se convirtió en uno de los hombres de confianza  del Titán de Bronce. Muere a finales de noviembre de 1896, víctima de una fulminante enfermedad. El 13 de junio de 1986 se inauguró en Bahía Honda, Pinar del Río, un obelisco que rinde tributo a este valiente chileno.
Arturo Lara peleó prácticamente a lo largo de toda Cuba. Por su arrojo se ganó el calificativo de “león chileno”. Murió combatiendo por la independencia cubana. 
Carlos Dublé  fue ayudante del mayor general Pedro E. Betancourt. Operó fundamentalmente en las provincias de La Habana y Matanzas. A principios de 1900 regresó a Chile, donde el periodista Emilio Rodríguez Mendoza en un libro  dos manos, publicó sus memorias acerca de la guerra del 95, bajo el título En la manigua.
Estos son solo algunos de los nombres más sobresalientes y una síntesis muy apretada de sus biografías. Mayor información puede encontrarse en el libro de González Barrios, que bien merecería una segunda edición, para divulgar esta hermosa historia –aun poco conocida en ambos países- de solidaridad del pueblo chileno con el cubano y estimular a otros historiadores a continuar profundizando en el tema.
Recientemente tuve el honor de participar en la III edición de la Feria Internacional del Libro en Antofagasta, Chile. Al entrar en contacto con el pueblo chileno pude palpar cuan profundos son los lazos espirituales que unen a nuestros pueblos. La obra Chile en la independencia de Cuba, de González Barrios, nos demuestra que no es un fenómeno de la contemporaneidad, sino que se remonta incluso al siglo XIX.
Notas


[1] Autor de numerosos libros relacionados con la historia de Cuba del siglo XIX. Actual presidente del Instituto de Historia de Cuba.
[2] René Gozález Barrios, Chile en la independencia de Cuba, Editorial Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 2007, p.25.

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