He visto con repugnancia el video que unos mercenarios le tomaron a Pánfilo. El video que la televisión miamense y el señor Haza trasmiten con aires de triunfo. ¿Quién pagó el alcohol –ron o cerveza--, que Pánfilo ingería, quienes eran esos hombres y mujeres sin rostro, y sin escrúpulos? La última vez que supimos de él, estaba en un hospital tratándose la adicción que puede matarlo. Ahora lo exhiben borracho –como se exhibe un animal de circo--, dispuesto a repetir todo lo que la mano que premia ordena. ¿Cómo es que Patterson, ese contrarrevolucionario que construye su discurso en torno al tema de la negritud, no se percata de que esos “blanquitos” que le ofrecen alcohol para que complazca sus expectativas políticas y sus honorarios, lo desprecian y utilizan? Patterson también se ve feliz. Con alcohol, Pánfilo es incontenible. Espectacular. Qué carentes de líderes auténticos están para tener que mostrar a Pánfilo, que apenas se sostiene, que salta, ríe, blasfema, llora si es necesario, para obtener más alcohol. Que asco.
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