viernes, 10 de enero de 2014

Cuando los diseñadores gráficos de la URSS hacían los mejores carteles de cine del mundo

ÁNXEL GROVE
20 Minutos.es
Tras el triunfo de la Revolución bolchevique de 1917, los artistas de la URSS, contagiados por los nuevos aires de libertad, emprendieron la búsqueda de lo que llamaban la "visión nueva", fundamentada en la representación abierta de la sociedad y la idea de que toda disciplina artística tenía que ser el vehículo para un propósito y transmitir una intención.
Aunque el entusiamo de los primeros años acabó en tragedia y el control sin fisuras del Estado comunista limitó el arte al género del realismo socialista, los logros de aquellos primeros años aún dejan con la boca abierta por su radicalismo y valentía creativas.

Nadie podía compararse a los diseñadores de la URSS
Quizá una de las áreas donde más notables fueron los logros de los creadores fue el cartelismo y, especialmente, el dedicado a la promoción de películas. Durante la década de los años veinte del siglo pasado, considerada como la edad de oro de los pósteres cinematográficos de la URSS, ningún diseñador gráfico del mundo podía compararse a los grandes artistas de la escuela de la todavía joven y optimista unión de repúblicas comunistas.
Para comprobarlo basta la exposición Kino/Film: Soviet Posters of the Silent Screen (Kino/Cine: carteles soviéticos para la pantalla muda), en cartel desde el 17 de enero al 29 de marzo, en la Galería de Arte y Diseño Rusos (GRAD en sus siglas en inglés) de Londres. La muestra, organizada al amparo del Año de la Cultura del Reino Unido y Rusia 2014, despliega un selecto conjunto de las obras maestras de los "nuevos y radicales" diseñadores gráficos soviéticos que se dedicaron a la cartelería cinematográfica en aquel tiempo de lucha social, experimentación y búsqueda de nuevos lenguajes.

 
Cuando los diseñadores gráficos de la URSS hacían los mejores carteles de cine del mundo
A mediados y finales de la década de los años veinte, el cine floreció en la URSS como una forma nueva de arte que, además, servía para transmitir propaganda y mensajes revolucionarios al público en un territorio amplísimo, difícil de abarcar y poblado por personas con un índice de analfabetismo altísimo (de al menos el 70%). El cine, dicen los organizadores de la exposición, "hacía juego con el ethos revolucionario de una generación emergente de artistas para quienes las bellas artes tradicionales eran consideradas como burguesas".
Por razones estratégicas, el nuevo gobierno soviético apoyó a la industria cinematográfica floreciente del país —"de todas las artes, el cine es para nosotros la más importante", había declarado Lenin nada más tomar el poder—. No sólo se produjeron largometrajes de gran coste presupuestario, entre ellos la que quizá es la película de propaganda más conocida de la historia, El acorazado Potemkin, de 1925, dirigida por Serguéi M. Eisenstein, sino que se organizó la distribución de películas extranjeras, incluidas las producciones de los EE UU, a través de una organización estatal, Sovkino.

Reclutando a jóvenes de talento
Bajo el paraguas de este comité de control, fue creado el departamento Reklam Film para controlar la producción de carteles de cine en toda la URSS. El responsable era el diseñador Yakov Ruklevsky (1884-1964), quien contrató a un gran número de artistas jóvenes y de gran talento, entre ellos los hermanos Stenberg , Vladimir (1899-1982) y Gueorgui (1900-1933), autores de imágenes de un acentuado dinamismo; Nikolay Prusakov (1900-1952), y el fértil Mikhail Dlugach (1893-1985), que diseñó él solo medio millar de carteles.
Hacían carteles para las pelis de los EE UU que mejoraban el original Este colectivo creo un "nuevo vocabulario visual para los carteles de cine" que fue usado tanto para las producciones soviéticas como para las extranjeras —hay casos, como el del póster de la película de Harold Lloyd El hombre mosca (Safety Last, 1923), donde el póster de la URSS supera con creces al cartel original—. El blanco y negro de las películas ayudaba a los cartelistas a tomarse todo tipo de licencias con los colores vivos para captar la esencia de cada película, a veces incluso sin haberla visto. La experimentación tipográficas y la potencia icónica del grupo, que usaba, como los cineastas, escorzos dramáticos y puntos de vista asimétricos, hacían el resto: los carteles de cine de la URSS son considerados los mejores de su época en todo el mundo. Algunas de las más de 30 piezas que se exhiben en Kino/Film: Soviet Posters of the Silent Screen se habían mostrado muy pocas veces fuera de Rusia.

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