martes, 24 de noviembre de 2009

El fogonero envía una postal didáctica.

Enrique Ubieta Gómez.
Para Camilo Venegas --que intenta ¿refutarme? en su blog--, mi texto "Diálogo, debate, confrontación. Para una delimitación de fronteras" tiene un “título ochentero y decadente” como yo, “la mayoría de (sus) párrafos no dicen nada nuevo”, “casi nada de relevancia” y carece de argumentos. No me explico por qué se desgasta en dedicarme un post. Me concede dos cosas: “mucha convicción” –“eso quiero creerle”, escribe, y de verdad que lo entiendo: en su entorno no parece fácil encontrar a alguien que actúe por convicción; quizás sea eso, precisamente, lo que le parezca “ochentero” en mí--, y una línea “relevante”, la última, no sé bien por qué, pero en fin: “los revolucionarios sabemos debatir, y combatir”. Si tuviese que buscar ahora mismo un texto didáctico para enseñar a mis alumnos lo que significa rehuir la discusión de ideas y sustituirla por descalificaciones y calificativos –sin el menor interés por respaldarlos con hechos--, tomaría el suyo. Camilo se confunde por la propaganda mediática o miente cuando afirma que Yoani recibió una “paliza”, versión que las propias agencias que la aupan tuvieron que enterrar rápidamente, ante la increíble ausencia de los siempre instantáneos videos de cámaras y celulares, de hematomas o marcas corporales convincentes y de testigos (que no sean los de su grupito, ya que “los hechos” ocurrieron frente a una parada de guaguas). En ciertas líneas, manipula mi texto: yo no afirmo que aquel que venga con una idea diferenta a la mía, encontrará “un acto de repudio”. Por el contrario, digo que “apoyo a la Revolución desde la razón, desde los argumentos”, que “tengo la convicción de que es posible discutir y analizar cada acierto y cada error de estos cincuenta años” y que “no rehuyo el debate”. No solo lo digo, lo demuestro en mis actos --y en La Calle del Medio--, una y otra vez. Afirmo que los revolucionarios sabemos dialogar, debatir y por supuesto, combatir. Pero Camilo no emborrona cuartillas para debatir conmigo, sino para confrontarme, para ¡combatir! Parte de un hecho: somos –en términos políticos--, enemigos. Sin saberlo, hace la mejor defensa posible de lo que yo argumento. ¿Quiere Camilo sentarse en la mesa, no ya para buscar y encontrar un espacio de convivencia, de puntos comunes, en la Patria de todos, lo que supondría un diálogo, sino para debatir sus convicciones –si realmente las tiene a pesar de no lucir nada “ochentero”--, con los revolucionarios, que siguen siendo la mayoría del pueblo cubano? Camilo Venegas ¿quiere debatir o quiere ganarme la pelea con ofensas, que son una forma primaria de violencia? ¿Quiere develar la “verdad” o quiere tomar el poder? En algún momento de su vida cumplió sin percatarse su sueño: es el fogonero de un tren que ya marcha muy lejos, tan lejos, que él apenas recuerda la vieja estación del pueblo. Y entre los anuncios efectistas de la “gran” prensa y sus exacerbados deseos, olvida que en Cuba existe una Revolución, porque existe un pueblo revolucionario (y viceversa).

3 comentarios:

  1. La conjura de los necios25 de noviembre de 2009, 7:19

    Cuando te digo que es una pelea inútil, es porque el personaje no lo vale, ni te llega a los tobillos, ni merece que te distraigas...

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  2. Ubieta: se fiel a tu discurso.Publica lo que el pueblo de verdad quiere decir.Entonces creeria en ti. acepta el reto de la historia y no la hipocresia de la retorica castrista.se hombre y no hit man, se parte del progreso y no de esa ideologia agonizante que solo tiene un destino. Entonces todos creeriamos en ti.

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  3. Robert, para saber lo que el pueblo quiere primero deberías llamarte Roberto. Creo que ustedes no se dieron cuenta que el discurso vergonzante y cínico de los noventa pasó. Por eso ahora están histéricos. Soy fiel a mí mismo, a lo que creo, y todo el que me conoce sabe que no disfruto de privilegio alguno. Los que ven solo hipocresía en los demás es porque la practican. No necesito que creas en mí.

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