miércoles, 11 de mayo de 2011

Palabras de Nicanor León Cotayo, en la presentación de su libro Señora Mentira, en San Antonio de los Baños.

Queridos coterráneos:
Queridos amigos:
Sigo cumpliendo con sumo placer la costumbre de presentar mis libros en el municipio donde nací, esta vez además en compañía de mi entrañable colega y amiga, la periodista y escritora Marta Rojas, excelsa cronista del juicio por el asalto al Cuartel Moncada, así como de la heroica guerra librada por los vietnamitas contra la agresión estadounidense, y de tantas otras joyas de su creación.
Me encontraba tomando notas para este encuentro de hoy, la presentación del libro SEÑORA MENTIRA, que aborda las campañas de Estados Unidos y sus aliados contra Cuba, cuando desde el domingo los noticieros sacaron a escena el inicio de otra cruzada de otra cruzada.
Esta vez relativa a un llamado “disidente” que al decir de la propaganda enemiga resultó muerto a golpes luego de ser detenido por nuestra policía. Y así lo han divulgado por el mundo.
Y casi al mismo tiempo, por esas coincidencias de la vida, nosotros aquí en la Sala Teatro Círculo de Artesanos presentando SEÑORA MENTIRA, una obra que en 13 capítulos resume las campañas fabricadas en Washington contra la Revolución cubana, desde horas después de la llegada del yate Granma en 1956, hasta las más recientes.
Baste pasar la vista sobre SEÑORA MENTIRA; entre otros materiales, para preguntar: ¿qué grado de credibilidad puede tener la nueva patraña sobre brutales maltratos y asesinatos de titulados “disidentes” que entre otras cosas han cometido graves delitos comunes? ¿pueden ser tomadas en serio las acusaciones de quienes en 1959 deformaron la realidad de los juicios a asesinos y torturadores de la tiranía batistiana?
¿Qué valor puede dispensarse a la nueva campaña  de quienes en febrero de 1960 invitaron con todos los honores al Congreso de Estados Unidos a uno de los más brutales asesinos de la tiranía batistiana, el ex coronel Manuel Ugalde Carrillo, para que juzgase los hechos de la Revolución.
¿Qué credibilidad pueden tener quienes concibieron y divulgaron la aplicación de supuestas torturas al falso poeta “disidente” Armando Valladares?
¿Cuánta autoridad moral conservan quienes inventaron a un Fidel millonario y luego se vieron obligados a desmentirse ellos mismos?
¿Qué valor ético exhiben para mostrar alarma humanitaria luego que fueron los padres de la colosal mentira que sacó de Cuba hacia Estados Unidos a más de 14 mil niños supuestamente amenazados con ser adoctrinados en la Unión Soviética?
Y así, un largo rosario de embustes ampliamente divulgados a lo largo de medio siglo por la prensa de Estados Unidos y la de sus aliados de Europa, la misma que guarda riguroso silencio sobre el caso de nuestros cinco héroes prisioneros en cárceles norteamericanas.
El  23 de febrero de 2010 falleció en La Habana un preso común que Washington y su maquinaria propagandística transformaron en intrépido y brillante “disidente” político. Su nombre: Orlando Zapata Tamayo, encarcelado por violación de domicilio, estafa, lesiones y fractura de cráneo a una víctima  utilizando un machete.
Ahora, coincidiendo con esta presentación en San Antonio de los Baños de SEÑORA MENTIRA, comienzan a agitar el caso de otro llamado “disidente”, Wilfredo Soto García, quien falleció el domingo.
El más estridente cintillo del periódico El Nuevo Herald dijo de inmediato en Miami que Soto García murió víctima de una brutal golpiza de la policía cubana, afirmación repetida por otros.
Luego se demostró que falleció de pancreatitis aguda e insuficiencia renal, además de padecer otras dificultades de salud.
Con SEÑORA MENTIRA aspiro a contribuir con un grano de arena a que todos, en particular los jóvenes de nuestro Ariguanabo y del país, sepan cada día mejor quienes son los enemigos de su Patria y hasta donde son capaces de llegar.
Ellos violan, en primer lugar, el principio citado a la entrada de las páginas que hoy ponemos en sus manos, y que dice:
“No darás falso testimonio contra tu prójimo”. (Exodo 20, Versículo 16) La Biblia.
Muchas gracias
Nicanor León Cotayo

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