“No es un invento de la fantasía; es una realidad que todo el pueblo presenció, es una realidad que hemos tenido que pagar con docenas de vidas valiosas; de hombres que cayeron cuando iban a salvar a sus compañeros, que dieron sus vidas tranquila y serenamente para salvar las vidas que estaban aprisionadas entre los hierros retorcidos de aquel barco, o entre los escombros de los edificios (…) “ Fidel Castro Ruz. 5 de marzo de 1960
Ernesto Almaguer
Han pasado 51 años pero los cubanos no olvidan el 4 de marzo de 1960. Aquella tarde un humo negro cubrió los muelles de La Habana, el olor a salitre se contaminó de pólvora, el suelo teñido de sangre; entre sollozos, lágrimas y la impotencia, el pueblo indefenso sufría otro de los crímenes del gobierno de los Estados Unidos, el atentado al buque La Coubre.
La embarcación, proveniente de Europa, traía una importante carga de armamentos comprados por el joven Gobierno revolucionario, para hacerle frente a las acciones enemigas de la CIA y sus mercenarios. Estados Unidos no escatimó esfuerzos para impedir a toda costa ese suministro de armas, para luego jugar su última carta. El plan fue preparado y ejecutado por la CIA, autorizado por el entonces Presidente norteamericano D. Eisenhower.
Hasta la periferia de la ciudad llegó el ruido de las explosiones, la noticia se diseminó con rapidez. Los treinta minutos del primer detonante, transcurrieron entre gritos y lamentos, muchos de los que intentaron rescatar a los heridos, se convirtieron en víctimas tras una segunda explosión, el costo fue de 101 muertos, entre ellos seis marinos franceses, más de 200 heridos y una cifra incalculable de desaparecidos. Hubo cuerpos que nunca llegaron a identificarse, son impresionantes las fotos…
39 años más tarde, el gobierno cubano interpuso una demanda en Proceso Ordinario contra el gobierno norteamericano, exigiendo la reparación de los daños y perjuicios, por los innumerables actos terroristas cometidos desde el triunfo de la Revolución. Se dieron a conocer al mundo documentos desclasificados de acciones encubiertas como “la Operación Mangosta”, el “Proyecto Cuba”, todas acreditadas por el gabinete presidencial. Sería difícil precisar a cuánto asciende en la actualidad las pérdidas materiales producto del odio desmedido del imperio contra esta pequeña isla, lo cierto es que el incalculable sufrimiento humano, jamás lo podrán pagar.
¿Cuántos hijos esperaron la llegada de sus padres aquel día?, ¿cuántos proyectos quedaron inconclusos?, ¿cuánto terror se adueñó de pronto de esos seres?, ¿cuánto cambió la vida en apenas treinta minutos?.
Los asesinos siguen sentados en sus butacas parlamentarias y aunque se sucedan los gobiernos, la política es la misma, poco importa si el partido Republicano o el Demócrata está en el poder, el objetivo es destruir la Revolución cubana a cualquier precio, si para lograrlo una madre debe sufrir la pérdida de un hijo… son sólo daños colaterales.
Como un verso aprendido, repiten que sólo buscan la “verdadera democracia”, ¿Qué es democracia entonces? ,¿es el derecho a arrancarle la vida a cientos de personas?, ¿es asfixiar económicamente a una nación?, ¿es redactar leyes extraterritoriales?, ¿es intervenir militarmente cualquier región del planeta por encima de Tratados y Convenciones Internacionales?.
Esos políticos jamás han repasado un texto con las ideas democráticas de las polis Atenienses, que influyeron en los fundadores de esa nación, Benjamín Franklin, James Madison y George Washginton. Jamás han aspirado a ser seguidores de Lincoln, para quien no se podía engañar todo el tiempo. Algún día ese pueblo tendrá que saber cuánto daño ha hecho su gobierno a la especie humana, será difícil mientras los principales medios de comunicación estén en manos del imperialismo.
La embarcación, proveniente de Europa, traía una importante carga de armamentos comprados por el joven Gobierno revolucionario, para hacerle frente a las acciones enemigas de la CIA y sus mercenarios. Estados Unidos no escatimó esfuerzos para impedir a toda costa ese suministro de armas, para luego jugar su última carta. El plan fue preparado y ejecutado por la CIA, autorizado por el entonces Presidente norteamericano D. Eisenhower.
Hasta la periferia de la ciudad llegó el ruido de las explosiones, la noticia se diseminó con rapidez. Los treinta minutos del primer detonante, transcurrieron entre gritos y lamentos, muchos de los que intentaron rescatar a los heridos, se convirtieron en víctimas tras una segunda explosión, el costo fue de 101 muertos, entre ellos seis marinos franceses, más de 200 heridos y una cifra incalculable de desaparecidos. Hubo cuerpos que nunca llegaron a identificarse, son impresionantes las fotos…
39 años más tarde, el gobierno cubano interpuso una demanda en Proceso Ordinario contra el gobierno norteamericano, exigiendo la reparación de los daños y perjuicios, por los innumerables actos terroristas cometidos desde el triunfo de la Revolución. Se dieron a conocer al mundo documentos desclasificados de acciones encubiertas como “la Operación Mangosta”, el “Proyecto Cuba”, todas acreditadas por el gabinete presidencial. Sería difícil precisar a cuánto asciende en la actualidad las pérdidas materiales producto del odio desmedido del imperio contra esta pequeña isla, lo cierto es que el incalculable sufrimiento humano, jamás lo podrán pagar.
¿Cuántos hijos esperaron la llegada de sus padres aquel día?, ¿cuántos proyectos quedaron inconclusos?, ¿cuánto terror se adueñó de pronto de esos seres?, ¿cuánto cambió la vida en apenas treinta minutos?.
Los asesinos siguen sentados en sus butacas parlamentarias y aunque se sucedan los gobiernos, la política es la misma, poco importa si el partido Republicano o el Demócrata está en el poder, el objetivo es destruir la Revolución cubana a cualquier precio, si para lograrlo una madre debe sufrir la pérdida de un hijo… son sólo daños colaterales.
Como un verso aprendido, repiten que sólo buscan la “verdadera democracia”, ¿Qué es democracia entonces? ,¿es el derecho a arrancarle la vida a cientos de personas?, ¿es asfixiar económicamente a una nación?, ¿es redactar leyes extraterritoriales?, ¿es intervenir militarmente cualquier región del planeta por encima de Tratados y Convenciones Internacionales?.
Esos políticos jamás han repasado un texto con las ideas democráticas de las polis Atenienses, que influyeron en los fundadores de esa nación, Benjamín Franklin, James Madison y George Washginton. Jamás han aspirado a ser seguidores de Lincoln, para quien no se podía engañar todo el tiempo. Algún día ese pueblo tendrá que saber cuánto daño ha hecho su gobierno a la especie humana, será difícil mientras los principales medios de comunicación estén en manos del imperialismo.
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