Frei Betto
ALAI AMLATINA, 26/11/2011.- Para que un país funcione bien necesita reglas. Si carece de leyes y de quien las haga cumplir, cae en la anarquía. El Brasil tiene más leyes que población. En principio, ninguna de ellas puede contradecir a la ley mayor: la Constitución. Sólo en principio. En la práctica, y en el próximo Campeonato de Fútbol, la teoría es otra.
Ante el megaevento de la pelota todo se trastoca. La legislación corre el peligro de ser ignorada y, si sucede así, las empresas asociadas a la Fifa quedarán exentas de pagar impuestos. La ley de responsabilidad fiscal, que limita el endeudamiento, será flexibilizada para facilitar las obras destinadas al Campeonato y a las Olimpiadas. Como enfatiza el profesor Carlos Vainer, especialista en planificación urbana, un municipio podrá endeudarse para construir un estadio, pero no para efectuar obras de saneamiento...
La Fifa es un casino. En un casino juegan muchos, pero ganan pocos. Y quien no pierde nunca es el dueño del casino. Así funciona la Fifa, que se interesa más por la ganancia que por el deporte. Por eso ha desembarcado en el Brasil con su tropa de choque para obligar al gobierno a olvidar leyes y costumbres.
La Fifa quiere prohibir, durante el campeonato, la comercialización de cualquier producto en un radio de 2 km alrededor de los estadios. Excepto las mercancías vendidas por las empresas asociadas a ella. Que
quede bien sabido: para el comercio local, puertas cerradas; para camellos y ambulantes, la policía contra ellos. ¡Dejen paso a la Fifa! Casi 170 mil personas serán sacadas de sus viviendas para que se construyan los estadios. ¿Y quién garantiza que serán debidamente indemnizadas?
La Fifa quiere al pueblo lejos del Campeonato. Que se contente acompañándola por la TV. Entrar a los estadios será privilegio de la élite, de los extranjeros y de los que tengan dinero para comprar entradas de reventa. Aparte de que una buena cantidad de entradas será vendida en Europa anticipadamente.
La Fifa quiere impedir el derecho a la media entrada. ¡Fuera estudiantes y ancianos! Y nada de entrar a los estadios con las empanadas de la abuela o la merienda dietética recomendada por su médico. Hasta el agua
será prohibida. Todos serán revisados en la entrada. Sólo una empresa de comida rápida podrá vender sus productos en los estadios. Y la prohibición de bebidas alcohólicas en los estadios, que está en vigor en el Brasil, será quebrada en pro de una marca de cerveza hecha en los USA. Comenta el prestigioso periódico Le Monde Diplomatique: “La celebración de un megaevento deportivo como éste autoriza también la megaviolación de derechos, el megaendeudamiento público y las megairregularidades”. La Fifa sencillamente quiere suspender, durante el campeonato, la vigencia del Estatuto del Aficionado, del Estatuto del anciano y del Código de Defensa del Consumidor. Todas esas propuestas ilegales están contenidas en el Proyecto de ley 2.330/2011, que se encuentra en el Congreso. Y en caso de que no sea aprobado, el Gobierno podrá hacerlas efectivas a través de medidas provisionales. Si usted quiere hacerse una camisola con la frase “Copa 2014”, tenga cuidado. La Fifa ya ha solicitado al Inpi (Instituto Nacional de Propiedad Industrial) el registro de más de mil títulos, entre los cuales está el numeral “2014”. (No) se confíen con un desorden como éste: la Fifa quiere instituir tribunales de excepción durante el campeonato. Sanciones relacionadas con la venta de productos, uso de ingresos y publicidad. En el proyecto de ley antes citado, el artículo 37 permite crear juzgados especiales, grupos y cámaras especializadas para las causas relacionadas con los eventos. ¡Una justicia paralela! En Sudáfrica se crearon 56 Tribunales Especiales del Campeonato. El robo de una cámara fotográfica fue sancionado con ¡15 años de cárcel! Y peor aún: si hubiera daños y perjuicios para la Fifa, la culpa y la reparación de los mismos correrán a cargo del Estado. O sea, el Estado brasileño pasa a ser el fiador de la FIFA en sus negocios particulares. Ya es hora de que los aficionados organizados y los movimientos sociales pongan el balón en el suelo y disparen a gol. Presionar al Congreso e impedir la aprobación de la ley que deja la legislación brasileña en el banco de reservas. En caso contrario el aficionado brasileño va a tener que resignarse a ver las cosas por TV. (Traducción de J.L.Burguet)
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