Nicanor León Cotayo
Al gobierno de Estados Unidos le disgustó profundamente el resultado de los comicios realizados el domingo en Nicaragua, y con un lenguaje grosero e intervencionista lo manifestó sin ocultarse.
En esas elecciones con numerosos observadores internacionales fue reelecto por el 63 por ciento de los votos el actual presidente Daniel Ortega Saavedra y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) ganó la mayoría en el Parlamento.
Victoria Nuland, vocera del Departamento norteamericano de Estado, declaró: “estamos preocupados por las irregularidades cometidas durante ese proceso electoral”.
Sin embargo, la misión de observadores de la OEA hizo constar que no “verificó anomalías relevantes” en el cierre de las mesas de votación.
El propio secretario general de la OEA, José Miguel Insulza aseguró que en la jornada del domingo en Nicaragua “avanzaron la democracia y la paz”.
Por su parte, la jefa del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Ileana Ros-Lehtinen, calificó de “farsa” los comicios realizados en el país centroamericano.
También recordó que el mes pasado envió una carta a la secretaria norteamericana de Estado, Hillary Clinton, para instar al gobierno hacer frente a lo que denominó el plan de Ortega para aferrarse al poder.
Un comunicado de Ros-Lehtinen dijo el lunes pasado que esas elecciones fueron una completa farsa, y Daniel Ortega se aseguró que así fuera.
Resulta curioso que los supuestos escrúpulos mostrados al respecto por Ileana no sean una continuación a los desplegados por ella sobre las numerosas anomalías existentes a lo largo de muchos años en las elecciones generales y parciales de los Estados Unidos.
Por algo el senador ultraderechista John McCain quien fue aspirante a la candidatura presidencial del Partido Republicano en el año 2000, durante una entrevista que concedió al periódico español EL PAIS, a fines de enero de ese año, afirmó que “la política americana es quizás, la más corrupta de occidente”.
Por ejemplo, nadie olvida el estruendoso escándalo que esos comicios ocasionaron cuando eligieron al Presidente y al nuevo Congreso en Estados Unidos en el año 2000.
Un periodista de la BBC de Londres, Greg Palast, realizó una investigación sobre anomalías que caracterizaron a esas elecciones estadounidenses sobre todo en la Florida.
Greg, también periodista del diario británico The Guardian, llevó los resultados de su indagación a un libro, The Best Democracy Money Can Buy (La mejor democracia que el dinero puede comprar) publicado también en español.
La obra describe cómo desde la oficina del gobernador de ese Estado, Jeb Bush, lograron incluir fraudulentamente 94 mil votos a favor del candidato presidencial republicano.
Años antes, en la segunda mitad de 1989, Jeb fue el jefe del equipo de campaña electoral de Ileana Ros-Lehtinen cuando aspiró a un puesto en la Cámara de Representantes.
En su edición del 22 de enero de 2001, el periódico The Miami Herald subrayó que más de dos mil electores de la Florida votaron ilegalmente, mientras George W Bush gañó allí por 537 sufragios de diferencia entre los aproximadamente seis millones emitidos.
Cinco importantes órganos periodísticos de Estados Unidos solicitaron entonces la revisión de las 180 mil boletas cursadas en los 67 condados de ese Estado, rechazadas por perforación defectuosa o incorrecta.
Entre quienes pidieron esa medida estaban The Washington Post, The New York Times, The Wall Street Journal, la televisora CNN y la agencia noticiosa AP.
Sin embargo, la jefatura del Partido Republicano no aceptó la iniciativa, porque, adujo, el resultado podía minar la autoridad del jefe de la Casa Blanca.
El ex presidente norteamericano James Carter declaró el 10 de enero de 2001 que se sentía muy disgustado por hechos reportados en la Florida durante esos comicios.
Al ser entrevistado en Miami por la National Public Radio manifestó: “realmente estuve desconcertado y avergonzado con lo sucedido en la Florida”.
En medio de aquella ciénaga política, ¿qué hizo Ileana Ros-Lehtinen?. ¿Acaso denunció lo sucedido?. ¿Llamó en nombre de la democracia a una investigación?. Simplemente guardó silencio y se unió todavía más fuertemente a los Bush.
Ahora, a pesar de la opinión hasta de la OEA trata de inflar una acusación de fraude contra las elecciones en Nicaragua que con tanta pasión desborda el entusiasmo de millones de mujeres y hombres en esa nación.
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