miércoles, 10 de abril de 2013

Cuba, EE.UU. y el mundo de los contratos

Por su importancia, reproduzco este artículo.
Fernando Martínez Heredia
La Jiribilla
No diré nada acerca del racismo y las cuestiones de raza. He escrito un buen número de textos y hablado numerosas veces acerca de esos temas, y lo seguiré haciendo. No lo haré ahora, porque a mi juicio se trata de otra cuestión, una cuestión fundamental para la sociedad cubana.
El imperialismo de EE.UU. es el enemigo histórico y el enemigo actual de la existencia de una nación independiente en Cuba y de todo proceso de liberación y de vida digna del pueblo cubano. Nunca le fue posible a Cuba tener en EE.UU. un buen vecino. Desde que logramos quitarnos su yugo, el 1ro. de enero de 1959, hasta hoy, ha estado tratando de desbaratar nuestro socialismo de liberación nacional y someternos otra vez, de manera sistemática y por todos los medios, desde los más criminales hasta los más sutiles. La conciencia maravillosa que hemos desarrollado, la unidad y la fuerza que tenemos, han sido el valladar eficaz frente al imperialismo.
En la situación actual, han crecido los intercambios y las interacciones entre personas de los dos países, sin que el gobierno imperialista de EE.UU. haya cedido un milímetro en sus objetivos contra Cuba. La sombra ominosa de la Resolución Conjunta de su congreso, de 1898, está ahí: “El pueblo de Cuba es y de derecho debe ser…” Es decir, nosotros decidimos qué es el pueblo de Cuba y qué derechos debe tener; su soberanía, su Estado y la voluntad de su pueblo son inaceptables para nosotros; no les perdonaremos jamás la ofensa de liberarse y el mal ejemplo que han dado; nunca les permitiremos ser libres. Para los imperialistas que gobiernan EE.UU., todos los cubanos somos negros.
Veo con alegría todo lo concerniente a avances y facilidades en las relaciones entre los cubanos que vivimos en Cuba y los que viven fuera de Cuba, y entre estos, naturalmente, los que viven en EE.UU., que forman con mucho la mayor colonia cubana en el exterior. Me parece muy positivo que artistas, deportistas y otros especialistas que viven en nuestro país realicen actividades en EE.UU., algo que no sería noticia si ese país tuviera un comportamiento menos agresivo, y que a personas de ese país amigas de Cuba, o interesadas en conocernos, se les permita por su gobierno venir a Cuba. Al mismo tiempo, no me descuido en cuanto a la realidad de que el imperialismo norteamericano siempre ha tratado de adaptar todas las coyunturas a su designio agresivo contra Cuba, y trabajar en ellas. Hay más de medio siglo de ejemplos conocidos.
The New York Times es una gran empresa del sector de información y formación de opinión pública, antigua e influyente, y se sujeta a normas correspondientes a la idea que tiene de su función y al papel que le toca al servicio del orden vigente en su país y su política exterior imperialista. En todo sistema de dominación desarrollado cada uno tiene su esfera, sus maneras y su función. Que yo sepa, nunca ha mostrado alguna simpatía por la sociedad que tratamos de edificar en Cuba, pero puedo admitir que forma parte del sector educado de nuestros enemigos. Eso, sin embargo, no lo hace menos peligroso: puede ser un vehículo mucho más eficaz que los medios de comunicación que hacen el trabajo sucio, si se trata de confundirnos, dividirnos, ponernos a pelear alrededor de nuestros males y deficiencias, y de sembrar desconfianza y cizaña entre nuestros amigos de la América Latina, el Caribe y los propios EE.UU.
Por eso me preocupa que en la ampliación de los contratos en unas relaciones que crecen, ellos lleguen a incluir el tratamiento de nuestras cuestiones sociales en los medios del imperialismo. Estamos viviendo en Cuba un tiempo crucial de enfrentamiento cultural entre el socialismo y el capitalismo. Los que bregamos a favor de la victoria del socialismo estamos obligados a actuar acertadamente y a mostrar con claridad las cuestiones principales, porque, en tiempos como estos, esas cuestiones exigen claridad y determinación.

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