Hoy en la noche se efectuó un acto singular por el Día de los Mártires. En el parque que se construyó sobre las ruinas del edificio que albergaba en los años cincuenta del pasado siglo al Buró para la Represión de las Actividades Comunistas (BRAC) –un lugar donde muchos combatientes fueron torturados y asesinados–, se reunieron algunos de los sobrevivientes, amigos y vecinos de la zona. Entre ellos, Armando Hart. El público, mayoritariamente de edad avanzada, estaba sentado. Calculo unas doscientas personas. Pero mis fotos apuntan en otra dirección. De una parte, trovadores como Vicente Feliú –cantó "Créeme", a capela–, Gerardo Alfonso, Ángel Quintero y Fidelito Díaz, junto a niños ganadores de un concurso de historia; de la otra, más allá de los protagonistas de aquellos años, los niños habituales del parque, que jugaban ajenos a lo que acontecía. Jóvenes que homeneaban a los héroes que aún viven y niños que jugaban distraidos, felices. Bajo los pies de todos, dicen que yacen intocados los calabozos de la muerte. Algunos entusiastas quieren rescatar esas celdas y hacer del lugar un museo de la represión batistiana. E. U. G.
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Interesante mirada sobre lo sucedido ese día, pero creo k faltó las emociones k sintieron los presentes por este encuentro con la historia. Ver a Hart llegar, uno de los torturados en lugar, y de pie, con ayuda, por el Himno Nacional interpretados por niños que no pueden imaginan el dolor y muerte que recogen eso calabozos a sus pies, fue acto de amor a nuestra historia k necesita tanto ser contada de una manera que erice pieles e invite a reverencias desde estos tiempos a aquellos seres humanos comunes que se hicieron grandes en su tiempo y nos permitieron un futuro diferente para esta Isla
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