Hace unos días en Santa Clara conversaba con algunos escritores sobre la existencia de héroes anónimos en la sociedad cubana, que apenas se reconocen, y que de improviso se revelan con una fuerza desconocida hasta por ellos mismos. Quiero referirme hoy a uno de esos hombres, ex compañero de estudios, preso en Estados Unidos. Antonio Guerrero, Tony --uno de los Cinco, como se les conoce--, suscita sentimientos de odio en sectores de la contrarrevolución. Me atrevo a decir que lo que no le perdonan a esos cubanos, es la dignidad con la que asumen su encierro; la actitud, las palabras, el gesto, la confianza --no en algún veredicto judicial, sino en la historia--, propias de héroes. En un mundo de antihéroes, la actitud francamente heroica desconcierta y produce un resentimiento desbordado. Por eso mi pequeño homenaje ante la injusta resentencia --una injusticia nunca se mide cuantitativamente: tan injusta puede ser una cadena perpetua como un año de cárcel-- de Tony, preso político, será reproducir algunas de sus palabras en sendas cartas personales que me enviara:
-- "Hay momentos en que todo se define, en que tienes que definirte como hombre, como revolucionario y para esos momentos hay que estar preparado con una formación, una integridad, una lealtad, un altruismo irreversible, siempre la causa justa primero, por encima de uno mismo. Así le digo a mis hijos y trato de ser ejemplo en la distancia" (14 de agosto de 2008);
-- "Tengo, como tu, la total certeza de que nada nos hará desviarnos del noble y digno camino socialista. Perfeccionarlo responde a la dialéctica que tu y yo estudiamos. Hay manuales que se acaban, pero hay otros que serán por siempre necesarios. Seguiremos escribiendo para nosotros el nuestro, el escrito con el heroismo y la abnegación de nuestro pueblo" (18 de noviembre de 2008)
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