Fernando Ravsberg
Cartas desde Cuba, BBC Londres
Los acontecimientos de Egipto despertaron sorprendentes expectativas entre algunos exiliados. Desde Facebook convocan a los cubanos a alzarse y les marcan hasta la fecha exacta en que deben iniciar las protestas.
A mí me cuesta establecer una relación entre las pirámides y el malecón. Es que hablamos de naciones de diferentes costumbres, tradiciones y sistemas económicos, con actores políticos totalmente distintos y gobiernos ideológicamente opuestos.
Pero al fin y al cabo se trata de una película que ya he visto más de una vez desde que llegué a la isla. La primera en los años 90, cuando se aseguraba que con la disolución de la URSS, desaparecería automáticamente la Revolución Cubana.
Se repitió con la visita del Papa Juan Pablo II en 1998. Colegas llegados a cubrir el evento sostenían que pasaría lo mismo que en Polonia. El hecho de que la mayoría de los cubanos no sean católicos les parecía un detalle sin importancia.
En el 2006, con la enfermedad de Fidel Castro, se desató otra vez la furia del "esto se acabó". Sin embargo, el traspaso de poderes se realizó en calma y el país siguió funcionando, yo diría incluso que en algunos aspectos mejor que antes.
Ahora, tal y como si hubieran descubierto en La Habana mezquitas repletas de "Hermanos Musulmanes", el director de Inteligencia de EE.UU., James Clapper, pronostica una ola de protestas como las que derribaron a su aliado en El Cairo.
Pero sus profecías no se corresponden con los análisis de los diplomáticos de EE.UU. En sus "cables secretos" reconocen que Cuba se encuentra mejor preparada para resistir la crisis de lo que estaba en 1990, cuando desapareció la URSS.
A lo mejor James piensa que las revueltas populares se producen en los lugares equivocados y está intentando enderezar las cosas mediante la "cocreación", técnica con la que se logra materializar nuestros deseos utilizando solo el poder de la mente.
El problema es que eso lleva a confundir a muchos y cuando pasan los días aparecen artículos en periódicos de EE.UU., tratando de explicar por qué no se produce el dichoso alzamiento en Cuba y "justificando" la inmovilidad opositora.
Algunos culpan a la represión, otros creen que los cubanos sufren de miedo genético y los más autocríticos buscan sus propios errores. Una periodista de Miami, en su página de Facebook, valora que el exilio es parte del problema.
"Hizo mucho daño aquel mensaje que se transmitía por emisoras de radio en el cual se aseguraba que los que regresaran a Cuba iban a reclamar sus propiedades", decía esta colega tratando de explicar por qué no hay "actos masivos de protesta" en la isla.
Pero tampoco creo que los exiliados cubanos, como los de cualquier país, tengan más culpa que la de existir, es decir, la de haberse convertido en exilio, alejándose de la realidad que pretenden cambiar y perdiendo así su influencia en la transformación.
El adversario político que abandona el "campo de batalla" difícilmente podrá recuperar el espacio cedido. Tan es así que un viejo axioma militar recomienda que al enemigo que huye se le tienda un puente de plata.
Esperaré la fecha indicada por Facebook pero dudo que los cubanos sigan las instrucciones de sublevación que les envían desde el exterior. Como casi siempre los intereses y las agendas de las dos comunidades son muy diferentes.
Hace pocos días varios amigos conversábamos sobre el posible alzamiento. Dejamos el tema cuando comprobamos que ninguno de nosotros conocía a un cubano que estuviera dispuesto y preparándose para lanzarse a la calle a protestar.
Sin embargo, todos conocemos a muchas personas metidas en la aventura de iniciar su propio negocio, cafeterías, criadores de puercos, quincallas, transportistas, restaurantes, estudios de fotografía, peluquerías y un larguísimo etc.
Necesitan el dinero ya que ahora pueden hospedarse en hoteles, adquirir celulares y construirse una casa (el pasado año la mayoría fueron levantadas por particulares). Y sobre todo porque pronto les permitirán ¡comprarse un "carrito"! (1).
El opositor Héctor Maseda -recién liberado de la prisión- cree que habrá que esperar unos años para las protestas masivas, "hasta que fracasen las reformas porque ahora los cubanos van tras los cantos de sirena del cuentapropismo (2)".
A lo mejor muchos negocios quiebran o sus beneficios son escasos pero la mayor parte de los nuevos empresarios que conozco están convencidos de que el pequeño mostrador donde venden pizzas se convertirá algún día en un gran restaurante.
Es que, más allá de la efectividad que tengan, los cambios económicos comienzan a despertar en los ciudadanos sentimientos reprimidos durante décadas de "realismo socialista", renacen los sueños individuales y la ilusión de la gente.
(1) Automóvil
(2) Negocio propio
El peligroso ejemplo de Cuba
Hace 1 hora
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