El amigo Carlos Tena me envía el enlace de esta entrevista recientemente publicada en La Vanguardia y reproducida en otros medios de Internet. El premio Nobel de Medicina de 1993 Richard Roberts, denuncia que las farmacéuticas se dedican a desarrollar medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad.
- ¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?
- Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud... Tengo mis reservas.
- Le escucho.
- La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.
- Explíquese.
- La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital...
- Como cualquier otra industria.
- Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
- Pero si son rentables, investigarán mejor.
- Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.
- Por ejemplo...
- He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad...
- ¿Y por qué dejan de investigar?
- Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
- Es una grave acusación.
- Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo.
- Hay dividendos que matan.
- Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.
- ¿Un ejemplo de esos abusos?
- Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.
- ¿No me habla usted del Tercer Mundo?
- Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.
- ¿Los políticos no intervienen?
- No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.
- De todo habrá.
- Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos - y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras...
El peligroso ejemplo de Cuba
Hace 1 hora
Estimado Enrique,
ResponderEliminarAquellos que conocemos algo de este tema o trabajamos en ello sabemos que el sistema de salud en Estados Unidos es un desastre en detrimento del pueblo norteamericano y a favor de los intereses privados de tres sectores en particular -los laboratorios farmacéuticos, las empresas aseguradores y los médicos (Asociación Médica Americana)- que ejercen una enorme influencia -dígase cabildeo y dinero- sobre los políticos tanto de Washington como de las respectivas legislaturas estatales.
Se sabe también que un seguro público universal resultaría enormemente más barato. Es bochornoso que Estados Unidos, entre los países industrializados, sea el que se gaste el porcentage más alto de su PIB en salud -el doble que Inglaterra, por ejemplo-, y en términos de resultados no se acerque a la mayoría de esos países, e incluso a otros del Tercer Mundo. Durante los debates para la reforma sanitaria quedó claro que para las compañías aseguradoras sería imposible competir con un seguro público universal y --vaya ironía-- esa fue la razón que se esgrimió en el Congreso para eliminar la opción pública desde un primer momento, lo cual no tiene ni sentido económico ni sentido político ni sentido social (Obama realizó un papel desastroso).
Y es sencillo: un seguro público universal reduciría el número de clientes a uno, lo que ya de por sí le da una fuerza extraordinaria al consumidor, pero teniendo en cuenta que este cliente sería el gobierno, su fuerza negociadora sería gigantesca, lo cual reduciría los precios tremendamente. Las ventajas llegarían de todos lados, desde el poder gubernamental para darle contrapartidas a los laboratorios que se dediquen a la búsqueda de curas, a la eventual reducción de medicamentos repetidos y el desaprovechamiento de los recursos humanos y técnicos subordinados al mercado.
¿Qué se logra con el llamado mercado privado de la medicina en Estados Unidos? Todo lo contrario a lo que se propone desde los fundamentos del libre mercado: el cliente real, que es el público, el pueblo, no tiene prácticamente nada que decir en todo esto, pues tiene entre sí y el comerciante un intermediario, el seguro médico privado, con sus propios intereses y a quien le es mucho más fácil arreglarse con el comerciante -las contrapartidas económicas por contrato están a la órden del día-, y pasarle todos los gastos al cliente, el pueblo. En fin, que el negocio de la salud en Estados Unidos es un gran cartel formado por laboratorios, seguros y médicos en perjuicio total de la gente.
Y esto no es lo malo: lo malo es que se va a poner peor...
Saludos,
Francisco A. Dominguez
Le recomiendo, Enrique, la última entrada de mi blog, en la cual sintetizo la entrevista concedida por Roberts y hago una breve reflexión acerca de la industria farmacéutica y sus prioridades.
ResponderEliminarNo olvido que, gracias a usted, supe cuál es la URL del blog del amigo Carlos Tena.
Un cordial saludo.