Dr. ANTONIO AJA: ¿Hasta dónde la ‘crisis cultual, ética, cívica y simbólica del modelo estadounidense”, que señala el autor, y con lo cual coincido, se convierte en un elemento funcional para la continuidad de la derechización del pensamiento y la acción política en los Estados Unidos, materializados en el neoconservadurismo, independientemente de su presencia en el poder administrativo de ese país?
ELIADES ACOSTA MATOS: El neoconservatismo, en mi opinión, no es la expresión casual ni coyuntural del imperialismo norteamericano, tras el fin de la llamada Guerra Fría, sino su más acabado reflejo y el más perfecto defensor de sus intereses estratégicos, en un momento en que se consideró factible acometer la contraofensiva final o el programa de contrarrevolución definitivo, dentro y fuera del país, que fue el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, y su pretexto o catalizador, los acontecimientos que tuvieron lugar el 11 de septiembre del 2001.El neoconservatismo expresó y defendió mejor que las demás tendencias dentro de la derecha norteamericana, los intereses profundos de las grandes corporaciones, el Complejo militar-industrial, las agencias de inteligencia y el lobby sionista. Su ascenso, como suele ocurrir con los acontecimientos políticos, fue causa y consecuencia, coincidió con la marea alta del neoliberalismo, la expansión del pensamiento único, el mundo unipolar, y esa manera hipócrita de llevar a cabo guerras imperialistas de expansión y conquista que se llamó, y se llama, “Guerra contra el terrorismo”.Si bien es cierto que su asalto al poder y su golpe contra las instituciones democráticas norteamericanas, contra sus principios constitucionales y las conquistas obtenidas tras largas décadas de luchas sociales y por lo derechos ciudadanos del pueblo estadounidense, requirió de su penetración en todas las estructuras institucionales, desde las que rigen la política exterior hasta las instituciones científicas, pasando por las fuerzas armadas y las agencias de inteligencia y seguridad, proceso que tuvo lugar a través de las presidencias de Ronald Reagan, Bush Sr y Bush Jr, con una lapso en la oposición de 8 años producto de la elección y reelección de William Clinton, su programa de gobernabilidad y control, sus proyecciones estratégicas internacionales, su visión del mundo y de la política no excluyen gobernar “indirectamente”, incluso, desde la oposición, como viene sucediendo desde el ascenso a la presidencia de Barack Obama, en enero del 2009.
Algunos ejemplos recientes así lo demuestran:
- En marzo del 2009 se anunció la aparición de una organización neoconservadora que pretende ser el relevo transformista del extinto PNAC: la Foreign Policy Initiative (FPI), un producto de la conjunción de los esfuerzos de William Kristol, hijo de Irving Kristol, padre del movimiento, de Robert Kagan, uno de los fundadores del PNAC, y de Dan Senor, alto funcionario de la administración Bush.
- La despiadada campaña contra Barack Obama y sus políticas, liderada por neoconservadores como Karl Rove en su columna semanal en The Wall Street Journal, utilizando encuetas de Fox y Pew, Newt Gingrich, en Usa Today; Arthur C.Brooks o Charles Murrray, a través de las páginas electrónicas del American Enterprise Institute, o Norman Podhoretz, uno de los “Padres Fundadores” del movimiento, desde Commentary.
- El frustrado nombramiento, en abril del 2009,del especialista en temas de inteligencia y diplomático Chas Freeman, nominado por Obama para el cargo de director del National Intelligence Council, tras una feroz campaña de los neoconservadores pro-sionistas en varios órganos de prensa.
- La retirada de cargos por una corte de Virginia, el pasado 13 de mayo, contra los espías israelíes Steve Rosen y Keith Weissman, que debió ser consultada a las más altas instancias del gobierno, tras recibir numerosas informaciones militares y de seguridad de manos del funcionario del Pentágono Lawrence Franklin, quien trabajó directamente a las órdenes de Douglas Feith, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz, todos neoconservadores firmantes del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano.
- El intento de contrarrevolución en Irán, tras conocerse los resultados de las elecciones presidenciales de junio, y el golpe de estado en Honduras, del 28 de junio pasado. En ambos casos, el accionar de las agencias de inteligencia y la Secretaría de Estado, del Pentágono y otras agencias gubernamentales yanquis demuestran que los métodos y estilos de subversión y uso de la fuerza para enfrentar gobiernos “hostiles”, sigue siendo el mismo de siempre, y que los topos neoconservadores sembrados en diferentes niveles de la actual administración demócrata continúan tomando las decisiones estratégicas, incluso, a contrapelo de las opiniones y posiciones políticas del actual mandatario, reduciendo sensiblemente su capacidad de gobierno y erosionando su imagen pública, de cara a las elecciones del 2012.
Esta actitud política de los neoconservadores expresa la voluntad de contraataque del imperialismo, que se vio obligado a ceder temporalmente, y a reformar su imagen a través de las prédicas del soft y smart power que llevó a la presidencia a Barack Obama. La actual crisis mundial no excluye una salida clásica o reformada, innovadora y creativa, desde la derecha, en caso de que otros mecanismos y fórmulas de dominación y hegemonía sean rebasados por los acontecimientos, como atestigua flagrantemente el caso hondureño, donde se ha ensayado una variante golpista a la que he llamado “softgolpe en tiempos de softpower”. El carácter pragmático del capitalismo y del imperialismo, unido al concepto maquiavélico y doctrinario que tienen de la política los neoconservadores, apunta hacia la continuación de su prédica y su accionar en la sociedad estadounidense y mundial, independientemente de si detenten o no el poder, directamente.
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