Considero que es importante leer este fragmento. Lo que ha escrito este ciudadano nos da una idea de la situación en Estados Unidos, el porqué la extrema derecha cada día se fortalece más y explica nuevamente el temor del Comandante en Jefe de que pudieran asesinar a Obama. Dr. Néstor García Iturbe.
El furor del pueblo americano es real y este furor no es solo en contra de una monstruosa legislación ni en contra de un solo partido, ni de un determinado político. No. Cansado de que lo engañen, lo estafen y lo desilusionen los políticos de turno, en las elecciones del pasado noviembre el pueblo americano votó por "el cambio en el que usted puede creer," y hoy ya se esta dando cuenta que lo volvieron a engañar. Que ahora está en las peores manos, las manos de una izquierda cínica que sin miramientos trata de atropellarlo todo para imponer una agenda que el pueblo no votó, que no esta de acuerdo con ella.
El furor y la ira del pueblo americano están ahí latiendo como la lava antes de romper sus diques. Nadie dice que aquí estemos ante una revolución de la envergadura de la de Francia de hace casi tres siglos, pero siempre es prudente temer a esa ira, a ese furor, pues una vez que se pongan en marcha no se sabe en donde terminarán, ni cuáles serán sus estropicios. No nos olvidemos que en tres años se abolieron setecientos.
Esa ley de salud hay que echarla abajo en su totalidad y proceder como mandan las leyes y la razón: Redactar una nueva, a vista de todo el mundo, sin secretos ni trampas escondidas y sin veladas intenciones socialistoides.
Y hay que discutirla, artículo por artículo, y medir y pensar en sus costos y en sus beneficios, sin las triquiñuelas a las que la Casa Blanca es tan adicta, y sobre todo si esa ley obedece y representa los ideales de un pueblo que en fin de cuentas es el que la tendrá que sufrir o disfrutar en todos sus efectos. De hacer lo que ha querido hacer la presente administración es cuquear a ese furor y jugar con el fuego. Y ya se han quemado los dedos.
Señor presidente en los Town Halls no hay todavía ni una revuelta ni una revolución pero antes de que venga el próximo paso deje usted de jugar con ideas salidas de doctrinas que son repugnantes al pueblo americano y por las cuales no votó.
El furor y la ira del pueblo americano están ahí latiendo como la lava antes de romper sus diques. Nadie dice que aquí estemos ante una revolución de la envergadura de la de Francia de hace casi tres siglos, pero siempre es prudente temer a esa ira, a ese furor, pues una vez que se pongan en marcha no se sabe en donde terminarán, ni cuáles serán sus estropicios. No nos olvidemos que en tres años se abolieron setecientos.
Esa ley de salud hay que echarla abajo en su totalidad y proceder como mandan las leyes y la razón: Redactar una nueva, a vista de todo el mundo, sin secretos ni trampas escondidas y sin veladas intenciones socialistoides.
Y hay que discutirla, artículo por artículo, y medir y pensar en sus costos y en sus beneficios, sin las triquiñuelas a las que la Casa Blanca es tan adicta, y sobre todo si esa ley obedece y representa los ideales de un pueblo que en fin de cuentas es el que la tendrá que sufrir o disfrutar en todos sus efectos. De hacer lo que ha querido hacer la presente administración es cuquear a ese furor y jugar con el fuego. Y ya se han quemado los dedos.
Señor presidente en los Town Halls no hay todavía ni una revuelta ni una revolución pero antes de que venga el próximo paso deje usted de jugar con ideas salidas de doctrinas que son repugnantes al pueblo americano y por las cuales no votó.
Escrito por Manuel Márquez-Sterling el 1 /9 /2009
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