jueves, 10 de septiembre de 2009

LITERATURA Y MERCADO EN LOS 60 (II). Cabrera Infante, de exiliado a novelista.

Ernesto Sierra.
En 1964 el premio de Biblioteca Breve de la editorial Seix-Barral recayó sobre el manuscrito de Vista del amanecer en el trópico, de Guillermo Cabrera Infante, quien ocupaba un puesto diplomático en la embajada cubana en Bruselas. En 1966 Rodríguez Monegal conoció a Cabrera Infante a través de Severo Sarduy. Curiosamente, en 1965 Cain ya se había alejado de la Revolución, y aunque no había declarado aún su ruptura de la manera estrepitosa en que lo haría más adelante, el caldo de cultivo a "lo Monegal" estaba servido y el crítico uruguayo nombró inmediatamente al cubano "corresponsal de Mundo Nuevo en Londres". Nombramiento del cual se burla el "corresponsal" en el no. 14 de la revista no sin destacar, con sus característicos juegos de palabras, el carácter de "pensión política" que encerraba el estatus recibido: "lo más curioso de todo es que yo sea el corresponsal de Mundo Nuevo en Londres. ¿Por qué? Porque siendo un escritor que detesta escribir cartas, vivo en Londres y viviendo en Londres tengo que escribir cartas de Londres para poder continuar en Londres -y seguir escribiendo cartas de Londres". Con esta remunerada corresponsalía, Monegal captó al nuevo exiliado cubano y trazó para él -como para Sarduy- una estrategia de lanzamiento editorial que lo dotaría del suficiente pedigree literario como para legitimar el discurso de su revista y "el juego en que estamos metidos" del cual habla a Recavarren en la carta citada en la entrega anterior.
Cabrera Infante, a diferencia de Sarduy, había tenido en Cuba una vida literaria no solo más activa, sino hasta convulsa, y tenía en su haber el ya mencionado premio Biblioteca Breve Seix Barral pero, en la fecha en que es reclutado para las huestes de Monegal era, en sus palabras, "un verdadero exiliado pero no un novelista". Vista del amanecer en el trópico, había recibido el premio en 1964 pero aún permanecía inédita a causa de dificultades con la censura franquista. Caín se zambulló en los arreglos del manuscrito pero optó finalmente por la reescritura total de la novela por juzgarla "un poco sartriana" y, "un libro políticamente oportunista", "favorable a una revolución con la que ya no comulgaba" (MN, 25, 49). El nuevo manuscrito resultante de los arreglos fue Tres tristes tigres, sobre el cual Carlos Barral mantenía la negativa de publicación, ahora reforzada -como había ocurrido con Sarduy- por la cualidad de "exiliado" que se había granjeado el autor en el tiempo transcurrido desde la obtención del premio. Pero Monegal tenía un nuevo pupilo y no estaba dispuesto a tirar la toalla. Del mismo modo que hiciera con Sarduy y De dónde son los cantantes, se lanzó a fondo para conseguir la publicación de Tres tristes tigres y comenzó el asedio a Carlos Barral para que publicara el libro premiado. Con una insistencia que pudiera ser catalogada de encomiable sino fuera por los intereses espurios que motivaban a Monegal, este, en el número 11 de Mundo Nuevo, aún inédita la novela de marras, multiplica la presión sobre la editorial y da unos cuantos pasos largos en el "lanzamiento" de Cabrera Infante. Allí ofrece un adelanto de la obra del cubano, acompañado de una poco común nota al pie que merece ser citada in extenso: "Uno de los más destacados escritores latinoamericanos de hoy es Guillermo Cabrera Infante. Con su primera novela, Vista del amanecer en el trópico, obtuvo en 1964 el Premio Biblioteca Breve que otorga la Editorial Seix-Barral, de Barcelona. Pero la publicación del libro se demoró por problemas con la censura española y entre tanto el autor continuó retocándolo y rescribiéndolo hasta tener una obra considerablemente distinta y con un nuevo título: Tres tristes tigres. Estas circunstancias han impedido que el nombre de Cabrera Infante sea conocido como es debido en América Latina. Por eso Mundo Nuevo se complace en anticipar hoy, con autorización del autor y de la editorial, tres fragmentos de la novela y un cuento inédito" (MN, 11, p. 28).
No conforme aún con los adelantos y la nota de presentación, la sección "Colaboradores" del referido número de la revista comienza con otra nota de presentación del autor de la futura Tres tristes tigres: "Guillermo Cabrera Infante (Cuba, 1929) ha sido calificado por Enrique Anderson Imbert de 'narrador de la vida interior (por lo menos de esa interioridad iluminada por sus autores norteamericanos favoritos: Faulkner, por ejemplo)'. Con la novela cuyas páginas adelantamos en este número, Cabrera Infante obtuvo el Premio Biblioteca Breve, de la Editorial Seix-Barral, de Barcelona. Actualmente Cabrera Infante está trabajando en una segunda novela. Su obra de crítico teatral y cinematográfico es también considerable, como recordarán los lectores del periódico cubano Revolución. Desde hace algunos años reside en Europa: Bruselas, Madrid, Londres (ahora)" (MN, 11, p. 95). Y cuando pensábamos que los adelantos y las dos notas de presentación y consiguiente lanzamiento de Cain eran más que suficientes, Monegal cierra la contracubierta de la revista (¡todo en un solo número!) con el logotipo del premio, de la editorial y otra nota de anuncio de la novela y el novelista: "se trata de una novelística preocupada por la renovación del género [...] Se trata de una novela muy distinta y estilísticamente revolucionaria." Remember Sartre. Unos meses después saldría a la luz pública Tres tristes tigres. Años más tarde el propio Cabrera Infante, refiriéndose a la novela, escribiría: "Su publicación española se debió en gran medida a Emir que, junto con Juan Goytisolo, persuadió al editor catalán que había premiado el libro cuando yo era diplomático y ahora que era exiliado quería olvidar el premio y el libro -y al autor naturalmente" [1]. Sin embargo, la historia solo estaba comenzando. Una vez publicada la novela, Monegal revela el sumum de su estrategia. El descubrimiento, captación, presentación y constante anuncio de su pupilo, quedarán coronados con la consagración. Esta se hace efectiva en el número 25 de Mundo Nuevo, cuando Cabrera Infante es el invitado al espacio habitual de la entrevista. El número comienza con un anuncio a toda página, en el interior de la cubierta, de la aparición de Tres tristes tigres. En la página 59 se publica un nuevo cuento de Cain pero, lo más notable será la entrevista mencionada. "Las fuentes de la narración" es el título del diálogo que, como bien señala Mudrovcic (103) "trabaja a partir de una lógica estricta de glorificación". Son casi 20 páginas de texto dedicadas a ensalzar al autor de TTT, como le llamarán a la novela en lo adelante. Allí Cabrera Infante esboza poéticas literarias, se explaya en complicadas explicaciones acerca de la novela y su construcción, "creo que estamos complicando un poco el acceso al libro..." -dice Monegal en un momento de la entrevista- y se esfuerza por presentar a un Cabrera Infante en la cumbre del éxito, leído, traducido, con sorprendentes niveles de venta, sumergido en el estrellato y ungido de los consagratorios aromas del boom. Esta imagen autorizará, por tanto, sus opiniones, sus puntos de vista, lo dotará de lo que Mudrovcic llama "posición de poder enunciativo", desde la cual Cain deslizará una ideología coincidente con la de Monegal y su revista. "Como te darás cuenta, la pretensión del libro en esa época era un poco sartriana, sartriana no en el sentido de El ser y la nada y La náusea, sino en el sentido de Qué es la literatura, de una literatura que quería encontrar zonas de la realidad que eran ejemplares. [...] era un libro que casi me da pena decirlo, resultaba un libro de realismo socialista". (MN, 49) Y, en curiosa semejanza con Sarduy, al hablar del contexto literario cubano establece un paralelismo antagónico entre Carpentier y Lezama. Mientras que de este último opina que de ser "un escritor absolutamente local" "se convirtió en un escritor conocido y comentado no solo en toda América Latina, sino en España y más allá de las fronteras del idioma" (MN, 25, 45), reserva a Carpentier varios párrafos dedicados a descalificarlo, a la vez que no pierde oportunidad para, de paso, compararse con él y subirse así en el carro de los consagrados: "Ahí está la esencial diferencia entre un escritor como Carpentier y un escritor como yo. Carpentier lidia con contextos, yo trato con textos. El contexto es siempre en Carpentier muy conocido de antemano [...]. Para Carpentier lo cubano es siempre tópico, referencia literaria y su lenguaje está siempre en función de la traducción. [...] Pero esas exploraciones a través de avenidas, no me interesan [...] porque para mí no hay ninguna diferencia esencial entre un guagüero y un escritor". (MN, 25, 45) Si insisto en destacar los reiterados ataques a Carpentier y su obra es porque el tema, aunque parezca introducido por Sarduy y Cabrera Infante, era ya un viejo tópico para Monegal, quien había provocado al respecto, en 1964, unos airados comentarios de Ángel Rama desde las páginas de Marcha: "En El País (24/4/64) el Sr. Rodríguez Monegal se vale de la novela El siglo de las luces para [lanzar] un torpe ataque a la Revolución Cubana, a su equipo dirigente, que la usaría en 'beneficio propio', a Fidel Castro, solapadamente equiparado con un 'asesino al por mayor'" [2]. De cualquier manera, como señala Mudrovcic, resulta difícil saber qué corresponde a Cabrera Infante y qué a Monegal, pues la entrevista es una versión retocada de un diálogo, mucho más extenso, sostenido entre ambos en Londres. Esta versión debía estar acorde con los presupuestos de Monegal y la inyección de "moralina" impuesta a la revista por él mismo para continuar escudándose de las constantes críticas que circulaban en torno a ella, y, por ello, se ciñe a la estrategia consagratoria de Cain básicamente en torno a su relación "exitosa" con la literatura y el cine, aunque el cubano debía tener más bajo la manga. Tal es así, que sería Cabrera Infante mismo quien escribiría años después: "Había sido Emir quien me aconsejó una y otra vez que atenuara mis críticas a Castro en todas partes. Cuando publicó nuestra entrevista dejó fuera muchas de mis alusiones y desilusiones [3]". Pero Cabrera Infante se había llevado en el equipaje una enorme carga de resentimiento y ansias de protagonismo y, Monegal lo había convertido en un boomerang autopropulsado que regresaría sobre la revista sin escuchar los consejos de su director, cuando, casi en el momento que se publicaba "Las fuentes de la narración", Primera Plana, de Argentina, sacaba a la luz pública "Las respuestas de Cabrera Infante" [4], una suerte de entrevista respondida por escrito, en la cual el autor de Tres Tristes Tigres declara de manera abrupta, amarga y escandalosa su ruptura con Cuba y su condición de exiliado sin retorno. Así daba sus propios pasos la nueva creación de Mundo Nuevo, definida por Mario Benedetti, --refiriéndose a un episodio anterior-- como "un personaje que en ese entonces aún no había emitido las ridículas y poco decentes opiniones que más tarde enviara a Primera Plana, pero que en sus procederes y afinidades ya aparecía como un gusano y no precisamente de seda" [5].


[1] Cuando Emir estaba vivo. Homenaje a Emir Rodríguez Monegal. Ed. Montevideo: Ministerio de Educación y Cultura, 1987, p. 41


[2] Rocca, Pablo, 35 años en Marcha. (Crítica y literatura en Marcha y en el Uruguay). División Cultura de la IMM, Montevideo, Uruguay, 1992, p.183.


[3] Cuando Emir estaba vivo. Homenaje a Emir Rodríguez Monegal. Ed. Montevideo: Ministerio de Educación y Cultura, 1987, p.p. 41-42.


[4] Primera Plana, Buenos Aires, año VI, no. 292, 30 de julio-5 de agosto, 1968.


[5] Benedetti, Mario, "Situación actual de la cultura cubana", Marcha, no. 1431, 27 de diciembre.

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