Fotos cortesía de Hernández Busto. "Pienso en la fragilidad de cualquier propuesta cívica basada en el 'material humano' que me rodea", escribe horrizado ante "la gentuza" ("la chusma", decían los autonomistas de fines del XIX) que llena el estadio.
Pensó ir al estadio con una pancarta que expresara su frustración política, pero no encontró apoyo. "Se me ocurrió apenas esta mañana, y no se consiguió quórum suficiente", explica. A pesar de todo, fue con su pequeño hijo. "Nos acomodamos detrás de home, donde un amigo está con su suegro recién llegado de la isla: 'Ni se te ocurra hablar de política', me advierte. Y yo que pensaba venir con la pancarta". El suegro está con la Revolución. Otros cubanos enarbolan mensajes de amor a la familia en la Isla. "De pronto --narra--, después del primer jonrón, el camarógrafo, rápido como un indio sioux, enfoca nuestra banda: con excelentes reflejos relámpago, veo a cuatro muchachos de mi misma fila sacar una gigantesca bandera con el Che Guevara en azul, y con el lema 'Hasta la victoria siempre'. Me han estado mirando todo el rato con cara de pocos amigos, pero no quiero ponerme paranoico". Hernández Busto se entusiasma con la actuación del equipo cubano: "Debo reconocer que poco a poco, pese al fiasco político, me voy animando. El marcador es estimulante: la tanda de carreras ha empezado temprano, y hasta mi hijo deja su libro de Geronimo Stilton para preguntarme quién va ganando". Y cierra el cuento con un párrafo antológico, que por muchos años será citado en bares y academias: "A la altura del sexto inning, el juego ya va diez a cero, y está claro que este equipo puertorriqueño no aguantará lo que está cayendo. Los cubanos juegan con soltura, Vera está hermético y Yulieski Gourriel está en uno de sus días inspirados. Se me hace tarde, así me voy con mi hijo, antes de que este torrente de cubanidad se desborde a los pies de la torre de Telefónica, a ver si encuentro un taxi". Voy echando, que esto está malo.
Saludos desde Venezuela. Un amigo me ha invitado a leer tu blog, y de verdad lo encuentro interesante. También encuentro semejanza sobre vivir en una sociedad que está polarizada... y como ser crítico sin ser satanizado. Es difícil.
ResponderEliminarEs terrible tener que ser de un lado o del otro. Pero pienso que es un fenómeno en el mundo entero, que de nuevo se polariza. Bueno es lo que siento muy personalmente.
Saludos!
Estimada Lucía: Gracias por acceder a mi blog y expresar tu criterio con franqueza. Entiendo lo que dices en cuanto a la polarización de una sociedad en revolución, pero te pido que entiendas que esa palabra es inexacta: cuando una minoría afectada intenta a toda costa conservar privilegios que afectan a la mayoría, no puede simplemente hablarse de polarización de intereses, como si ambos bandos estuviesen en igualdad de condiciones. ¿Qué hacer para que los ladrones de cuello blanco no se sientan ofendidos? ¿Acaso permitir que sigan robando? Son tan fuertes esos intereses afectados que la guerra rara vez se mueve sobre argumentos y razones: el propósito de los "afectados" es simplemente retomar el poder, no discutir quién tiene la razón, por eso la verdad no está en la agenda: mienten, manipulan, conspiran, usan conceptos que les conviene, y mientras les convienen. En fin, declaman a favor de la libertad y la democracia, pero organizan golpes de estado, fraudes electorales y magnicidios si son necesarios. Esa polarización de la que hablas se llama lucha de clases.
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