Hace algunos días compartía con ustedes una frase de Ichikawa que instaba a la definitiva aceptación por los miamenses de su rostro reflejado en el espejo: el feo rostro de la derecha más recalcitrante, o --dicho en sus palabras--, el de un "enclave derechista de la globalización". Juan Abreu va más lejos con motivo del apoyo que algunos dan al concierto de Juanes en La Habana, y los califica de "agentes castristas": "Los agentes abanderados de la moderación, la tolerancia y la impoluta imagen del Exilio han jugado un importante papel en la domesticación y ovejización del Exilio cubano. No todo el que hable de tolerancia y moderación es un agente, por supuesto, pero sirve de tonto útil a los intereses de la dictadura". Abreu quiere llevar la imagen de Miami --para la que Ichikawa pide el glamour del autorreconocimiento--, al punto exacto de sus orígenes batistianos y terroristas, al fascismo corriente: "No hay que renunciar a nada --dice. Pero podríamos empezar por hacerle pagar un alto precio a los cantantes, escritores, intelectuales, cineastas y cuanto mamarracho de esta índole le haga el juego a la dictadura".
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