miércoles, 2 de febrero de 2011

¿Derrocan a los gobernantes buenos?

Enrique Ubieta Gómez
Si el imperialismo trasnacional es dueño de las corporaciones de la (des) información, las que establecen claramente cuales son los gobiernos malos y cuales son los buenos, las que determinan donde se hallan los oscuros rincones del planeta, y cuales actos de terrorismo deben ser considerados como tales, y cuales no, si el dominio sobre los medios deja muy poco margen para las equivocaciones, ¿por qué los pueblos insisten en derrocar a los gobernantes "buenos", a los presidentes pro-norteamericanos de Túnez y de Egipto, por ejemplo, que tantos servicios han prestado a la causa imperial? Años de infructuosas cruzadas bélicas o informativas contra estados rebeldes del Medio Oriente, como Iraq o Irán, respectivamente, no fructifican. Años de furia mediática contra la Revolución cubana, de pagos directos o en premios espureos a mercenarios, sin resultados. Y de repente, estallan los gobernantes predilectos del imperialismo. ¡Qué incoherencia! La indignación y el desconcierto de diarios como El País --que pactó como siempre con el gobierno norteamericano en la selección y manipulación de los materiales proporcionados por WikiLeaks--, de la prensa trasnacional, es enorme, tan grande que sobrepasa, incontenida, todos los límites formales de la ética y se lanza en un inútil e injerencista llamado a la sublevación en Cuba, que auspicia Facebook. Con asombro --y pena ajena--, leo en El Mundo.es un titular desesperado: "¿Imitarán los cubanos a Egipto?" y epígrafes alucinantes: "Un nuevo grupo en Facebook impulsa a los cubanos levantarse contra Castro", y también "Los promotores del grupo piden fecha y hora al pueblo para salir a la calle". El artículo lo firma Laura Rivera y no lo hace, desde luego, desde La Habana, sino desde Miami. Acostumbradas desde los tiempos de William Randolph Hearst a fabricar las noticias, las corporaciones de prensa se desentienden de la verdad. No comprenden que una cosa es el puñado de mercenarios --blogueros, periodistas "independientes", etc.--, que la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba controla y abastece, y otra, el pueblo cubano; que una cosa es el deseo de la contrarrevolución en Miami y otra, la decisión de los cubanos --críticos con su Revolución, pero identificados con ella--, en La Habana. Indigna el desparpajo y la ausencia de ética del imperialismo, pero ¿qué podría esperarse? Los pueblos derriban a los gobiernos pro-imperialistas, pero a la Revolución cubana, la sostiene el suyo. No olviden que en abril se cumplen 50 años de la victoria de Girón.

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