viernes, 15 de marzo de 2013

El populismo se instala en el Vaticano

Enrique Ubieta Gómez
¿Un Papa populista? Es la más reciente fórmula de la derecha, ante el avance de la izquierda latinoamericana. La fórmula del pulpo: mimetizarse con el entorno, adoptar sus formas, su lenguaje. Ya lo habíamos visto en Venezuela. En fecha tan temprana como 2005, la prensa contrarrevolucionaria (usar el término "opositora", es aceptar el eufemismo construido por el capitalismo y caer en una trampa linguística) de ese país, divulgaba un encuentro de empresarios antichavistas que se proponía diseñar un "nuevo" discurso electoral. En un lenguaje franco y cínico, uno de los asistentes escribía en El Universal: "No podemos enfrentar el neocomunismo carismático con el mismo esquema ideológico o la misma propuesta de país que teníamos en 1998, antes que llegara la barbarie. Tenemos que aferrarnos a dicha propuesta [es decir, a la misma propuesta de país que tenían antes de 1998], pero ante el enfoque ético de Chávez –profundamente absurdo, pero al mismo tiempo profundamente ético [sic]– no podemos seguir centrados exclusivamente en nuestras valiosas ideas tradicionales" (Emeterio Gómez, 11 de septiembre de 2005, p. 2 / 12). Los empresarios proponían que se asumiera la preocupación por los pobres a nivel de discurso, y que una vez alcanzado el poder, se aplicasen las políticas tradicionales. Adoptarían el populismo, el verdadero, como arma contrarrevolucionaria, desmovilizadora, y simultáneamente, acusarían al gobierno chavista de ser "populista". Manuel Rosales, contendiente de Chávez en las elecciones de 2006, diseñó el programa "Barrio a Barrio" para los períodos electorales --grandes operativos en los que se regalan medicinas y alimentos--, con el propósito de contrarrestar el efectivo y profundo programa gubernamental de Barrio Adentro. El discurso electoral de Capriles siguió ese consejo. Y al parecer, también el Vaticano, ante la creciente pérdida de credibilidad entre sus fieles. Una opción que imita la conducta de los sacerdotes latinoamericanos de base, de la proscrita (por el Vaticano) Teología de la Liberación, mientras apoya las concepciones sociales más conservadoras. Las empresas trasnacionales de prensa enfatizan los desacuerdos de Bergoglio con los Kischner y a la vez, sus gestos de humildad y amor por los pobres. El Papa se "viste" de pobre: toma el ómnibus colectivo de los cardenales, rechaza la cruz de diamantes y adopta el nombre de Francisco. La construcción de imagen es bien elaborada: un argentino bromista ("Dios los perdone", le dijo a los Cardenales que lo eligieron), amante del fútbol, con una lejana ex novia. Sin embargo, el "traductor" de los deseos del imperialismo para América Latina, Andrés Oppenheimer, escribe en El Nuevo Herald: "Luego de ser elegido el miércoles como el primer Papa de América Latina y uno de los pocos que no han sido europeos, muchos observadores de la Iglesia se preguntan si Francisco tendrá el mismo impacto político en Latinoamérica que el difunto Juan Pablo II — el polaco Karol Wojtyla — tuvo en su nativa Europa Oriental en la década de 1980. “Francisco podría convertirse en un crítico de gobiernos como los de Venezuela, Ecuador o Bolivia, del mismo modo que Juan Pablo II fue un crítico del comunismo en Europa Oriental”, afirma Daniel Álvarez, profesor de Estudios Religiosos de la Universidad Internacional de la Florida. “El nuevo Papa podría muy bien tener un impacto político si visita esos países y dice lo que piensa, como lo hizo en Argentina”, añadió Álvarez." Un negro en la Casa Blanca y un argentino en el Vaticano, pero no nos confundamos: en uno y otro sitio siguen mandando los mismos. Mientras escribo, escucho un eslogan de CNN que me provoca risa: "somos la voz de los que no tienen voz". ¿También se volvieron de izquierda? Son señales de crisis, de debilidad. La derecha se apropia del lenguaje de la izquierda. El populismo está de moda, pero no en los procesos revolucionarios, sino en la reacción. Cuidado, es una opción desesperada, la antesala del fascismo.  

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