Hoy disfruté en el Pabellón Cuba de una excelente conversación de Alfredo Guevara con jóvenes universitarios. La pequeña sala se llenó hasta el tope, había incluso personas de pie, pero Alfredo pidió que nadie quedara sin entrar: “hemos logrado mucho –señaló refiriéndose a la generación fundadora, como la denominó, en desacuerdo con la palabra ‘histórica’, porque dijo, todos formamos parte de la historia--, pero vivimos con la angustia de no haber logrado más”. Sin embargo, destacó que una sociedad que dispone de un millón de universitarios, solo necesita encontrar un resquicio para echar a andar velozmente. Guevara declaró su confianza en los jóvenes creadores –“prefiero rodearme de jóvenes”, dijo--, aunque lamentó que muchos estuviesen más preocupados por la cotidianidad que por la contemporaneidad. “Hay 27 millones de esclavos en el mundo –afirmó--, millones de ellos son niños, y cientos de miles practican la prostitución. Me encanta saber que eso no pasa en Cuba. La peor de las prostituciones es engañar y autoengañarse”. En otro momento de su intervención, diferenció a la persona del “personaje” que se pavonea ante los reflectores del escenario: “en la persona está la riqueza”, recordó. “Yo no amo a mi pueblo –confesó otorgándole a sus palabras un sentido fidelista, que yo me atrevería a denominar también como martiano--, yo amo las potencialidades de mi pueblo”. Advirtió que esa actitud lo convertía en un hombre propositivo, es decir, en alguien que hablaba no solo de lo ya constituido, sino también de lo que podría constituirse. No solo de lo real descriptivo, sino de lo real potencial. Aclaró que no es lo mismo informar que comunicar: lo primero se logra si se incita a pensar, para lo segundo basta con repetir los esquemas tradicionales. Puso como ejemplo la sección de Finanzas de la CNN que presenta a supuestos expertos que declaran mejorías o caídas económicas en diferentes países o regiones; al finalizar, en los créditos, uno descubre que es una sección pagada por grandes trasnacionales de las finanzas: una sección de finanzas pagada por las trasnacionales de las finanzas. Pero advirtió: nosotros a veces solo comunicamos por ignorancia. ¿Qué es ser un buen maestro?, se preguntó Guevara, quién admitió haber querido mantener un espacio en la docencia universitaria: “el mejor profesor es el que ayuda al alumno a encontrarse a sí mismo, a ser él mismo”. Y pidió que la enseñanza del marxismo recorra todos los caminos que transitó Marx: estudiar la historia de la filosofía para poder entender la obra del genio alemán. “Para estudiar a Marx, hay que estudiarlo todo”, sentenció. Revolución es lucidez, había dicho Guevara, y los estudiantes insistieron en que definiera el término. “La lucidez parte del conocimiento, yo quisiera vivir en la era del amor, pero vivimos en la era del conocimiento”.
Nota 1: Lea otra versión del conversatorio de Alfredo Guevara en El Blog de Vladia: "Guevara desde la lucidez".
Nota 2: Sobre la manera martiana de referirse a lo posible como lo real existente, de conjugar el ser y el poder ser como componentes de la realidad, he escrito, entre otros, los ensayos "Martí, Varona y la tradición clásica del pensamiento cubano" (revista Casa de las Américas, No. 196, 1994) y “La utopía y el imposible revolucionario como posibilidad” (2002)
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