martes, 8 de diciembre de 2009
Héroes reales y héroes de los medios.
Es verdad que la repetición de un eslogan cansa hasta hacerlo inaudible. Sobre todo si no alude a un objeto comestible --diría Alba Rico--, es decir, consumible. Sobre todo si nos golpea la conciencia y nos impide disfrutar impunemente de la vida. Pero ellos, los cinco presos políticos cubanos, los cinco héroes que no se rinden, agradecen el breve espacio de tiempo que dedicamos a recordarlos. A veces la prensa endilga el calificativo de héroe a personajes espurios, mediocres, que buscan la luz de los reflectores en el escenario, no la de la estrella, que ilumina y mata. Gente que vive de la retórica a diez palabras por peso. Solo cuando uno al fin salta por sobre las frases gastadas, y descubre estupefacto que ellos, los cinco, quizás sigan allí dos, cinco, diez, veinte años más, por todos nosotros, incluso por aquellos que sonríen ante las cámaras sin despeinarse, como los héroes de las películas del oeste, y exhiben falsas condecoraciones (una cojera bien ensayada, por ejemplo), solo entonces, comprende la magnitud del heroismo de esos cinco hombres sencillos que jamás pactarán para obtener el perdón de sus verdugos. Los cinco pelean por nosotros, incluso por Yoani, aunque sea ella la que firme autógrafos para la CNN.
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