Comunidad de Rus Rus, Mosquitia hondureña
Una mañana acompaño a los brigadistas al hospital de Rus Rus. Viajamos en una camioneta de doble tracción que nos envía el hospital. En el camino desaparecen momentáneamente los pinos y surge un claro enyerbado que se pierde en la distancia: es el lugar, me explican, donde aterrizaban los aviones Hércules que abastecían a la contra nicaragüense. Más adelante cruzamos un puente colgante de difícil ingeniería.
Una placa de bronce dice que se construyó en 1987 con financiamiento de
Ya estamos en Rus Rus: las casas dispersas son iguales en su sencillez y pobreza a las de cualquier otra comunidad misquita. Me sorprende encontrar una instalación con aire acondicionado, salones de operación y de parto y sofisticados aparatos que envejecen sin médicos: un hospital verdadero, fantasmal, en lo más hondo de
¿Cómo es posible que mueran misquitos por falta de atención médica o por imposibilidad de traslado inmediato a Puerto Lempira, a las puertas de este hospital? Yamila y Estrada –los médicos cubanos--, se llevan en cada ocasión una caja de medicamentos que cuidadosamente seleccionan en una farmacia de sueños, que permanece cerrada casi todo el año: hay de todo tipo, para las más disímiles patologías, pero más de la mitad están vencidos. El tiempo los ha hecho inservibles mientras los enfermos reales sufren o mueren a unos pasos de este almacén de la vida. Dos auxiliares misquitas de enfermería laboran en el hospital y distribuyen las medicinas según su limitado entender y sus preferencias. Un vecino se queja de que priorizan a los feligreses de
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