E. U. G.
Acabo de disfrutar de un programa de televisión..., sí, ya sé que la expresión puede provocar escepticismo o suspicacia, pero insisto en mi satisfacción: un concierto de Danay Suárez trasmitido en vivo, con sus palabras a Juan Pim, que sabe lo que hace; una intérprete que presentaron como rapera –otros la conocían, yo no, de pura ignorancia–, que rompió todas las fronteras de vidrio de los géneros, una joven rapera con voz educada en los escarceos del jazz latino. El rap en ella es música, es poesía. Danay dijo que le gustaba su país, porque conservaba la calidez del diálogo, la vecindad del prójimo. Yo la entendí. Viéndola, sintiéndola, me gustó más su país, el nuestro. No quiero que su música sea alguna vez nostalgia, no deseo que mi Cuba sea todavía solidaria y tranquila. Lo es hoy no porque ha quedado rezagada, no en el contexto de un todavía: Cuba es así, porque así fue construido su futuro. Somos, no porque aún no hayamos sido: esta es nuestra modernidad. Evitaremos la otra, la capitalista.
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Yo ya conocía la música de Danay Suárez y aun así este concierto del domingo fue una revelación. La calidad de su trabajo es excepcional, pero sobre todo me conquista con el mensaje que trasmite. Esperemos que si hay otros conciertos de domingo sean igualmente buenos
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