Hernández Busto, que vislumbraba una mini-República a su gusto para la Cuba futura en el exclusivo club miamense conocido como Big Five –lugar de homenajes a Posada Carriles--, quiere ser más papista que el Papa, o para decirlo con más propiedad, más cesarista que el César. Quiere la libertad inmediata del agente Alan P. Gross, “un pobre señor de más de 60 años”, al que se le ha inventado “una fantasiosa conexión con la CIA”. En varios textos la ha emprendido contra Phil Peters, un analista yanqui que intenta fortalecer al imperialismo desde la razón. Las críticas a Peters sugieren que ese autor razona demasiado: HB dice que Cuba no es “teorizable desde un realismo despojado de ‘prejuicios’”. Es decir, que solo es legítimo hablar de Cuba desde los prejuicios. Lo dice así, llanamente. Ante la mención de presos norteamericanos en Haití –suena un poco insólito, pero no es lo que quiero destacar--, agrega: “Haití no es una sociedad totalitaria. Es lógico que el gobierno norteamericano disponga para Cuba otro tratamiento legal y las medidas extraordinarias que se derivan de la particular (por decir lo menos), constitución política del castrismo”. Bueno, no sé lo que entiende HB por “sociedad totalitaria” o por “democracia”, pero es indiscutible que para Cuba no es aplicable el mismo tratamiento que para Haití: no se puede invadir y ocupar el país, y resulta difícil y riesgoso subvertir el orden, aún para la CIA y su agencia USAID.
La mini república del Big Five.
La reencarnación de José María Gálvez.
La mini república del Big Five.
La reencarnación de José María Gálvez.
Haciendo uso de mi derecho a réplica, y lamentando que no hayas enlazado los originales que citas con cierta manipulación, me limito a hacerte notar que la palabra "prejuicios" está entre comillas en el original.
ResponderEliminarEs decir, en mis objeciones a Peters hay ironía (aunque tal vez eso sea algo demasiado sofisticado para un lector vertical como tú). Sencillamente, eso que algunos analistas profesionales pueden considerar "prejuicios" son sencillamente las evidencias de que el régimen cubano no es teorizable ni puede ser enfrentado políticamente desde otro punto de vista que no sea el reservado para las sociedades represivas y no democráticas.
(Por cierto, lo que has escrito sobre Zapata Tamayo es vergonzoso. Una evidencia más, digamos.)
Si transformas los prejuicios, sin comillas, en “verdades” e ironizas en torno a ellos, desaparece la posibilidad de una discusión seria. Por eso –con toda intención--, desecho tu ironía. Has aprendido rápido la nueva estrategia imperial: la voluntad popular expresada en las urnas –que es la quinta esencia del criterio de democracia burguesa--, no puede contradecir a la legalidad burguesa. Si el pueblo se pronuncia (en las urnas, vaya paradoja) en contra de algún mínimo aspecto de la legalidad burguesa, no hay democracia y es legítimo el golpe de estado. Ejemplo: Honduras. La legalidad, o es burguesa o no existe, es decir, puede suprimirse hasta el concepto de “prejuicio”, e ignorarse cuanta legislación se haya adoptado soberanamente en Cuba. Eres tan ruin que le pides a Estados Unidos que ignore las leyes cubanas porque “no son legítimas”. En el fondo, desprecias a las masas, a tu pueblo, por eso es pertinente el recordatorio que hago de tus elogios del Big Five de Miami y de tu asco por la chusma que te rodeaba en el estadio de pelota. En el fondo HB, tampoco te importa Zapata Tamayo, más bien te alegra su muerte, y esperas ansioso que se produzcan otras; eso aumentaría el rating de tu blog vergonzoso, las “contribuciones” y tu ego inflado. No es necesario clamar por la anexión de Cuba a Estados Unidos para ser anexionista: basta con que defiendas “el derecho” de ese país a pisotear las leyes del tuyo.
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