jueves, 2 de julio de 2009

SEPULCROS BLANQUEADOS

En la foto: Roger Noriega

Eliades Acosta Matos

De no ser por los ciudadanos apaleados y baleados en las calles de Honduras; de no ser por las imágenes de esos gorilas en zafarrancho de combate que cargan valientemente contra personas desarmadas; de no ser por el repugnante espectáculo de una derecha desmandada contra el pueblo, tan brutal y torpe como para ser impresentable hasta para quienes la alentaron en la aventura de un golpe de estado demodé, provocaría estruendosas carcajadas la actitud ante los hechos irrefutables e inocultables de cierta prensa y de la jauría de siempre.
Mueve a carcajadas la recatada pose con que los blogs de la contra ilustrada cubana se tapan la nariz para eludir el hedor que despide el cadáver insepulto de los usurpadores, atenazados entre la condena unánime del mundo y la lucha irreductible del pueblo hondureño en las calles.
Mueve a carcajadas que, con tal de no mirar hacia la sangre que mancha las calles de Tegucigalpa, esta claque “democrática y libertaria”, estos pavorreales de la declamación, dancen su minué del brazo de cualquier fiambre noticioso.
Serían chistes de campeonato, de no ser por los tanques y helicópteros que han tenido que movilizar los militares para intentar acallar la voluntad popular, esos eufemismos políticamente correctos de cierta prensa yanqui, coreados por los señoritos de Barcelona y Miami, que llama a esto “remoción del presidente Zelaya” y “golpe de estado democrático”.
¿Dónde ha quedado la “objetividad ejemplar” de los amanuenses que disertaban apenas ayer sobre derechos humanos hollados en Irán y hoy esconden sus cabecitas bajo la arena para no ver la rudeza con que hay que imponerle a los hondureños “la salvación”?
Es extraño que, por ejemplo, la burda falsificación de la firma de Zelaya en ese patético documento presentado como renuncia, no haya sido suficiente para arrojar dudas razonables sobre la honestidad de la manada de fieras que se quiso presentar en Honduras como depositaria del Arca de la Alianza. Pero, ¿adónde ha ido a parar el envidiable olfato periodístico, la pureza y honestidad imparcial de paladines irreductibles, como Ernesto Hernández Busto, siempre exhaustivo, siempre tan respetuoso de los datos comprobables?
Ya empiezan a aflorar los detalles de esta astracanada y es de esperar que con el inevitable retorno del gobierno constitucional al poder se acelere el destape que dejará en pelotas a muchos de sus cómplices. Por ejemplo, ya se sabe que el origen de las matrices de opinión sobre el caso hondureño, las mismas que repiten, no sin rubor, hay que reconocer, las cotorras de la contra cubana, provinieron de las primeras horas del golpe y se les puede encontrar en boca de personajes como Roger Noriega, uno de los neoconservadores náufragos de Bush, refugiados hoy bajo la sombra ubérrima de American Enterprise Institute, o de Ray Walser, de Heritage Foundation.
Transcurridas apenas unas hora del momento en que 200 valientes soldados, armados hasta los dientes, tomaron por asalto la casa casi desguarnecida donde dormía Zelaya, tras abatir a ráfagas de ametralladoras los peligrosos pestillos de la reja, Roger Noriega brindaba el santo y seña de lo que las marionetas debían repetir hasta el cansancio en el artículo “Golpe en Honduras”, inicialmente publicado en Forbes.com, el lunes 29 de junio. El guión partía de aplicarle al presidente constitucional de Honduras el socorrido expediente de un “asesinato del carácter” antes aplicado por la CIA contra el presidente Arbenz, de Guatemala, durante la operación golpista llamada PBSUCESS. “Fanfarrón caprichoso e incompetente” son algunos de los epítetos usados por Noriega para desmoralizar al depuesto presidente y a sus seguidores, apuntando, además, que “… jamás logró movilizar grandes manifestaciones”, lo cual, sin dudas, debe hoy estar lamentando haber dicho, de quedarle algún rescoldo de vergüenza, al observar en su televisor a cientos de miles de hondureños movilizados en las calles por el retorno de la democracia, desafiando los balazos y los golpes del gorilage, a los que este guasón indescriptible llama “patriotas desesperados”.
Es una lástima para Noriega y sus peones, que el usurpador Micheletti, embarcado en una fugaz satrapía sangrienta contra su propio pueblo, y llamado por ellos “sucesor constitucional en Tegucigalpa”, no haya sido reconocido por ningún gobierno del orbe, lo cual demuestra que los chicos literarios de la CIA, encargados de diseñar las guerras culturales contra los gobiernos molestos, están urgidos de un curso acelerado de actualización, pues han perdido el fijador que los hizo famosos en los años de la Guerra Fría.
Pero es el Webmemo de Ray Walser, publicado ese mismo día por Heritage Foundation, el que pasará al libro de los Guinnes. Su mismo título no tiene desperdicio: “Honduras expulsa a su presidente tránsfuga. El orden constitucional ha sido preservado”. Pero lo más interesante es observar en este texto la manera en que los golpistas y sus amos soñaban que transcurriría el golpe:
“La expulsión de Zelaya del país probablemente haya salvado muchas vidas…”
“Los militares han comenzado a retornar a sus cuarteles…”
“Las acciones militares (no el golpe) han sido consumadas porque Zelaya desafió virtualmente a todas las instituciones legales y políticas de Honduras, empujando a sus ciudadanos hacia la polarización y la violencia…”
“El presidente Zelaya fue expulsado por razones legítimas…”
“Actuar contra el nuevo orden constitucional establecido en Honduras por el Congreso, la Corte Suprema y los militares implica un grave peligro: el que sea la antesala del caos y el derramamiento de sangre…”
Y para concluir, el profesor Walser no pudo eludir unas doctas “Recomendaciones” dirigidas, seráficamente, al gobierno de su país:
“Reconocer al nuevo gobierno de Honduras… Restablecer el orden público… Resistir la intervención de Chávez y del ALBA…”
Quien siga la pista que lleva de estas matrices de opinión lanzadas por los dueños del circo hasta sus huellas en los bocadillos con que los clowns intentan asombrar a la audiencia, alardeando de originalidad e independencia, tendrá una labor algo aburrida, con un final más que previsible, tanto como el final que espera a los golpistas.
Y esta jauría es la que vive dando lecciones de democracia y rigor profesional al resto del mundo. Y estos son los que se anuncian como redentores de Cuba.
“Sepulcros blanqueados”, los llamaría Jesucristo en su infinita bondad.
Los cubanos usarían epítetos algo más fuertes, sin hablar ya de los hondureños que se enfrentan hoy a las balas y los gases lacrimógenos.
Malagradecidos que somos con nuestros “libertadores”.

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