El profeta de la tinieblas Heinz Dieterich, artificialmente encumbrado por una izquierda ingenua --incluída en su momento la de mi país--, demuestra con cada paso que su tarea en este mundo es dividir, desalentar y desorientar. Experto en derrumbes, como el de su Alemania Oriental --siempre con el lenguaje de un superrrevolucionario de gabinete--, cree que su deber no es pelear, sino vaticinar
cuando y cómo caerán los gobiernos de izquierda del continente. Pero los revolucionarios no aceptamos la derrota por designios académicos; rodeados, con escasas municiones frente a un ejército profesional, el comandante Almeida gritó !aquí no se rinde nadie, cojones! Y cuando finalmente se reunieron en Cinco Palmas unos pocos sobrevivientes del desembarco, con siete fusiles, Fidel exclamó "!ahora sí ganamos la guerra!". Queremos verlo allí, en las calles de Tegucigalpa, peleando codo a codo junto al pueblo, recibiendo golpes y gases de la soldadesca golpista, no de consejero (viviendo del mercado de la izquierda), y esperamos que el día fatal en que las fuerzas de la reacción asalten Venezuela, entregue su vida en las calles de Caracas (E. U. G.)
Me llevo a este teuton cara de palo para mi coleccion de invertebrados. Le buscarè una buen espacio entre Ernesto Hernàndez Busto, laureado cojonologo, el unico que ha intentado desvirtuar la exclamacion airada del embajador cubano en Honduras cuando era empujado por la soldadesca golpista, y alguna otra alimaña infima sacada de los populosos huertos de Miami. Se sentira mas que a gusto clavado por un alfiler.
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